LA BATALLA DE EMPEL.

8DIC17

8 de diciembre………………….y entonces sucedió que…………………………
………………………….el Tercio Viejo de Zamora compuesto por cerca de cinco mil hombres, al que acabarían llamando “El Fiel”, fundado en 1580, resistía aquel mes de diciembre de 1585, como buenamente podía, los envites de un ejército mucho más numeroso, en la isla de Bommel, ubicada en la confluencia de los ríos Mosa y Waal, en territorio de los Países Bajos, en la llamada guerra de Flandes o también, de los ochenta años.
Al mando de aquellos hombres se encuentra, a sus cuarenta y cuatro años, el avezado maestro de campo Francisco Arias de Bobadilla, que trata de buscar alguna salida a la situación a la que se han visto avocados por las tropas del almirante protestante Felipe de Hohenlohe Neuenstein, conde de Holak, que dirige el ejército de las Provincias Unidas. Estos, superándoles ampliamente en efectivos, habían conseguido cercarles en aquel lugar, sin posibilidad de recibir aprovisionamientos ni ayuda exterior alguna, en una isla abandonada por sus granjeros, de la que se habían llevado con ellos hasta el ganado.
Ante dicha situación, el comandante Hohenlohe Neuenstein propone al Tercio español una rendición honrosa, que no es bien recibida por los infantes españoles, dejando sus intenciones claras en la misma respuesta emitida, al señalar –“preferir antes la muerte que la deshonra, y una vez alcanzada aquella, hablar pues de rendiciones”-.
La negativa a capitular del Tercio Viejo de Zamora, a pesar de hallarse en situación francamente desfavorable, provocó que las tropas holandesas abrieran las compuertas de los diques, desbordando las aguas de aquellos ríos que comenzaron a anegar las tierras de la pequeña isla de Bommelerwaard, aguardando así el momento para poder atacar, con sus más de diez navíos preparados al efecto.
Durante la jornada del 7 de diciembre de 1585, los soldados del tercio español para contrarrestar la subida de las aguas comenzaron a remover las tierras del lugar más elevado, correspondiente a la población de Oud-Empel, situada a lo largo del dique de contención del río Mosa, cavando zanjas y desmontes, a modo de trincheras. Uno de aquellos infantes, en un repecho próximo a la iglesia, encuentra soterrado, una vieja tabla de madera en la que se observa, intacta, grabada la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción. El maestre de campo Arias de Bobadilla manda colocar la tablilla junto a la bandera, a solicitud del sacerdote del Tercio de Zamora, Fray García de Santisteban esperando con sus bendiciones el asalto final, ofreciendo cada soldado un “salve” a la virgen.
Y entonces sucedió que, al atardecer y con mayor intensidad durante la misma noche del día 8 de diciembre de 1585, de un día como hoy, de hace 432 años, una masa de aire frío y gélido hizo descender bruscamente las temperaturas, de tal manera que las aguas del río Mosa comenzaron a helarse. Aquellos vientos glaciales y la consiguiente congelación de las aguas, la llamada helada por advección, obligó a los holandeses a abandonar el asedio, partiendo de allí con sus navíos para evitar que estos encallasen, en un gesto que insufló los ánimos de unos soldados que vieron en todo aquel suceso la protección de la misma Virgen de la Concepción.
El campamento erigido por Hohenlohe en la orilla contraria del río Mosa, ahora ya sin la protección brindada por sus embarcaciones, acabó siendo atacado por el Tercio de Zamora, que con sus hombres envalentonados, infundieron el temor entre las huestes enemigas que terminaron por huir de aquel lugar. Felipe de Hohenlohe, llegaría más tarde a afirmar, -“Parece pues que Dios es español, al obrar tan gran milagro”-.
Y así, de esta manera, cinco mil soldados españoles pertenecientes al Tercio de Bobadilla a los que curiosamente llamaban con el sobrenombre de “los colmeneros”, al estar formado por gente poco curtida, que según decían, no se atrevían a forrajear, que es como se llamaba a la acción de salir a coger pasto para los caballos, comiendo miel de las propias colmenas y bebiendo aguas empantanadas, pasaron a ser “El Fiel” al haber soportado aquella situación sin haber perdido la “esperanza”, que como ya dijo Aristóteles, no es más que el sueño del hombre despierto.
Por su parte el monarca español, Felipe II, en honor a los acontecimientos vividos aquella jornada, acabaría proclamando a la Virgen de la Inmaculada Concepción patrona de los Tercios españoles, que posteriormente, un 13 de noviembre de 1892, la reina regente María Cristina, durante la minoría de edad de su hijo, Alfonso XIII, la declararía, mediante Real Orden, “Patrona del Arma de la Infantería española”.
El pintor Augusto Ferrer-Dalmaú Nieto, en 2015 plasmó este momento en el cuadro al que tituló “La batalla de Empel” y que acompaña a esta reseña de hoy 8 de diciembre.
-«Hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen los milagros y la otra, es creer que todo es un milagro»- (Albert Einstein)

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