14 de enero…………………….y entonces sucedió que………………….
……………………el lunes 14 de enero de 2008, de hace hoy por tanto diez años, se activaba el “dispositivo de búsqueda” de la pequeña Mari Luz, de cinco años de edad, desaparecida desde la tarde del día anterior, del domingo 13, en la barriada onubense de “El Torrejón”, donde vivía junto a sus padres y sus hermanos, de trece y diez años. Fue vista por última vez en el quiosco “de María” (Las Carrasco), muy cerca de su casa en el número 4 de la plaza Rosa, el que hace esquina en la misma avenida de las Flores, donde acudió a comprar chucherías, concretamente palitos de patata, de los que cuestan veinticinco céntimos la bolsa.
Sobre las cuatro y media de la tarde, de aquel domingo frío y lluvioso, la niña avisa a su madre, Irene Suárez, que va a bajar al quiosco. Ya no volvería a verla nunca más. Vestida con una minifalda vaquera, leotardos de color rosa, que hacen juego con un jersey fucsia que lleva puesto y unas botas de color azul, con cremallera, se dirige hacia el aludido establecimiento, donde el quiosquero, Fernando, recuerda haberla atendido, aquella tarde, como otras tantas veces, sin prestar demasiada atención al camino que toma la niña, de regreso a casa, una vez ha efectuada la compra.
Al referido dispositivo de búsqueda, configurado por el Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil y el de Bomberos, se han unido cientos de voluntarios, que desde bien temprano por la mañana han comenzado a realizar las referidas tareas de rastreo. Los perros adiestrados, pertenecientes al Cuerpo Nacional de Policía, pierden señales de la niña en la misma calle donde vive.
La búsqueda, que comenzaba peinando la zona del barrio, y de todo su alcantarillado, fue ampliándose hasta el parque Moret, y desde allí hasta llegar a las Marismas, sin dejar de buscar e indagar ni un solo rincón de Huelva, prologándose esta durante los cincuenta y cuatro días siguientes, exactamente hasta las tres y media de la tarde del viernes 7de marzo, cuando el cuerpo de la niña aparecía flotando en el mar del Muelle Petrolero en el puerto exterior de Huelva, a unos quince kilómetros de su casa.
Todas las sospechas, desde los primeros instantes, se centran en uno de los vecinos de la barriada, Santiago del Valle García, que desde finales del año anterior, había decidido volver a instalarse en su Huelva natal, en el domicilio de sus padres, junto a su mujer y su hermana pequeña, Rosa del Valle, y del que curiosamente, desde la misma mañana del lunes 14 de enero, nadie había vuelto a saber de él.
Poseía este un amplio historial delictivo de abusos sexuales, en los que centraba su atención, especialmente, en niñas muy jóvenes, de apenas cinco años de edad, como la desaparecida Mari Luz, o Catalina, su hermana, que durante seis años, en el domicilio familiar de sus padres, según confesión de ella, había abusado de ella.
En 1998 comenzó a abusar de su propia hija, de cinco años también, unos hechos de los que, durante la primavera de 1999, llegaría a presentar denuncia contra uno de los profesores de gimnasia de su hija, del colegio público Almotamid de Sevilla, en el que cursaba sus estudios, solicitándole una indemnización, por los daños sufridos, al referido docente, de diez millones, de las antiguas pesetas, para proceder a retirar la misma. En el enlace que se adjunta, al final de esta reseña, podemos escuchar como lo argumentaba ante las cámaras de Canal Sur en aquellos momentos (el profesor no solo no accedió al chantaje solicitado, sino que denunció estos hechos imputados ante un juzgado de Sevilla, que tres años después, acabaría dándole la razón, condenando a Santiago del Valle a dos años y nueve meses de prisión, siéndole además privada la tutela de sus dos hijos por un tiempo de seis años). Sentencia que por un error judicial, quedaría, no obstante, sin ejecutar.
En diciembre de 2004, fue igualmente condenado por el Juzgado de lo Penal número 4 de Sevilla a dos años de cárcel por abusar sexualmente de una niña de nueve años a la que abordó en la escalera de su vivienda, realizándole tocamientos y propinándole besos. El acusado no obstante acabaría desistiendo de su actitud cuando otra vecina del inmueble entró en el portal. Con el reconocimiento de los hechos y aceptación de la pena impuesta, la sentencia fue suspendida con la condición de que el acusado no cometiera delito alguno durante los próximos tres años (acumulados ya llevaba cuatro años y nueve meses).
En 2006, volvería a ser condenado, esta vez en los juzgados de Gijón, a una pena de dos años y seis meses por un delito de abuso sexual y coacciones a una menor, de trece años de edad, con la que había chateado en varias ocasiones haciéndose pasar por otra niña de la misma edad que su víctima, llegando el acusado a presentarse en el domicilio de la joven para tener una entrevista con la misma, hecho que acabaría siendo impedido por la madre, poniendo la pertinente denuncia (en el transcurso del juicio quedaría comprobado como Santiago del Valle había llegado a matricularse en el mismo instituto Mata Jove, de la referida menor, en un curso de educación para adultos). En la sentencia condenatoria se dictó orden de alejamiento contra él, por lo que decidieron abandonar Asturias y volver en 2007 a Huelva, al barrio de sus padres, “El Torrejón”.
Y fue entonces cuando aquella tarde del domingo día 13, regresando la niña con su bolsa del quiosco fue vista por Santiago del Valle, que lanzándole un oso de peluche blanco, desde su ventana, lograba llamar su atención. Mari Luz lo recoge y entra en el portal para devolvérselo, haciendo este que la niña suba unos peldaños de la escalera que conducen hasta su domicilio, en donde situándose detrás de ella, forcejeando con la misma, intentando satisfacer sus libidinosos instintos, le propina un fuerte golpe en la cabeza, que llega a dejarla inconsciente. Del Valle, creyéndola muerta la introduce en un carrito de la compra, solicitando a Rosa, su hermana, que le lleve en su coche al aparcamiento del Carrefour, que está situado cerca de la marisma, colocando el referido carro en el maletero (cuyo contenido, la hermana, posteriormente confesaría desconocer), deshaciéndose de la niña en la ría, donde la acabaría arrojando, todavía viva (tal y como posteriormente la autopsia realizada acabaría determinando, señalando como causa de la muerte de la niña, la defunción por ahogamiento y no por las laceraciones y traumatismos producidos).
Residiendo en la localidad conquense de Pajaroncillo, desde aquel entonces, el sospechoso acabaría siendo detenido el 25 de marzo de 2008 a las ocho y media de la mañana, junto a su mujer y la hermana de aquel, en la estación de autobuses de Cuenca. En las dependencias policiales confesaría, al día siguiente, haber estado presente en el momento de la muerte de la niña, al caer accidentalmente, según afirmaba, por las escaleras de su domicilio. En el juicio, celebrado en 2011, sería condenado a una pena de veintidós años de prisión, (tres por abusos más diecinueve por asesinato, con el agravante de reincidencia), que desde entonces cumple en el penal Herrera de la Mancha de Ciudad Real.
En el siguiente enlace los hechos de aquella primavera de 1999 en los que acusaba a un profesor de su hija de sus abusos, así como el desenlace final de este suceso, a partir de su detención y posterior testimonio de la confesión de su muerte; https://youtu.be/sYwkXtKXgdg?t=156.
Aquel día, de hace diez años, moría una niña y nacía un ángel……………..