LA MISTERIOSA MUERTE DE ELISA LAM

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31 de enero…………………..y entonces sucedió que…………………..
……………….los clientes del hotel Cecil en el número 640 de la calle Main de Los Ángeles (entre la sexta y séptima avenida) durante las primeras semanas del mes de febrero de 2013, se quejaban del sabor singularmente raro que presentaba el agua de sus cañerías.
Sabina y Michael Baugh, un matrimonio británico, ambos de veintisiete años de edad, procedentes de la localidad inglesa de Plymouth, habían percibido cierto sabor extraño en el agua, según habían hecho constar al personal del establecimiento, describiéndolo como –“algo suave y dulzón, pero muy desagradable y difícil de determinar”–. Sabina Baugh, cansada de esta situación, había  llegado a presentar formalmente una protesta a la dirección del Cecil, el séptimo día que llevaban registrados en el hotel, cuando durante la mañana del miércoles día 19 de febrero, al abrir el grifo de la ducha de su habitación, el agua había comenzado a brotar, durante los primeros instantes con un intenso color negruzco.
Al referido hotel, con el problema del sabor del agua durante aquel mes de febrero, parecían aumentarle los contratiempos, ya que recientemente, al mismo, se habían llegado a presentar, los padres y la hermana de Elisa Lam, una ciudadana canadiense de origen chino, de veintiún años de edad, alojada en el Cecil desde el 26 de enero, y que había desaparecido, sin dejar rastro alguno, cinco días después, el pasado día 31 de enero, un día como hoy, de hace cinco años.
Elisa Lam, estudiante de la Universidad canadiense de la British Columbia, al Oeste de Vancouver, había decidido realizar un viaje por el estado de California, dirigiéndose desde la localidad de San Diego hacia Santa Cruz, haciendo un alto en el camino en la ciudad angelina, hospedándose en el referido hotel, de seiscientas habitaciones de bajo coste, al encontrarse este en pleno centro de la ciudad, a tan solo ocho kilómetros del paseo de la fama de Hollywood, y a una hora escasa en autobús del boulevard de Santa Mónica y muy próximo, por lo tanto, a sus playas.
La policía metropolitana se había personado en el complejo hotelero en busca de alguna pista que pudiera esclarecer la misteriosa desaparición, tras la denuncia oficial presentada por sus padres, al no tener noticias de ella, una vez habían transcurrido las primeras veinticuatro horas, dando una primera rueda de prensa, solicitando la colaboración ciudadana.
En el mencionado registro llevado a cabo, la policía encontró un video grabado por una de las cámaras de seguridad, situada en uno de los ascensores, la misma noche de su desaparición, correspondiente al 31 de enero, en el que puede observarse a la joven en actitud cuanto menos «desconcertante».
Tras abrirse la puerta del habitáculo, la joven una vez en su interior, parece presionar varios botones del cuadro de monitorización de los que permiten acceder hacia los pisos superiores, iluminándose hasta cuatro de estos, para proceder a situarse en uno de los rincones, en aparente situación de espera, tras lo cual, dando dos titubeantes pasos termina asomándose hacia el pasillo que da acceso a este, mirando fugazmente hacia izquierda y derecha, con rápidos movimientos de cabeza, como si preocupada quisiera constatar la presencia de alguien, volviendo a posicionarse en el interior, de pie, en el centro y escondiéndose más tarde, supuestamente de alguien que parece que se aproxima. Saliendo sucesivas veces y entrando de nuevo en el ascensor, en una actitud errática e impredecible. Escondiéndose, mostrándose y realizando unos singulares movimientos con sus manos.
La grabación lejos de facilitar una posible explicación  sobre los últimos instantes de la vida de Elisa Lam produjo el efecto contrario, desorientando si cabe todavía aún más a los investigadores policiales.
El cuerpo de la joven fue encontrado, tras la queja formulada por la señora Baugh, por el servicio de mantenimiento del hotel, en el interior de uno de los cuatro depósitos de agua que abastecen al mismo, con cerca de cuatro mil litros cada uno, que se encuentran ubicados en la azotea. El cuerpo desnudo de la joven, llevaba varios días en el interior de uno de aquellos tanques, para cuyo acceso, era necesario previamente abrir una puerta protegida con un dispositivo de alarma (que en ningún momento quedó activado), ascender por unas estrechas escalinatas, situadas a más de tres metros de altura, y abrir una pesada escotilla, enmarañando todavía más el suceso.
La autopsia determinaría posteriormente que la joven había fallecido ahogada en el interior de aquel tanque de agua. Las cuestiones acerca de la forma de su llegada al aludido lugar continúan siendo, a día de hoy, todo un misterio. Declarándose como posible causa de su muerte, un accidente.
En el siguiente enlace, con una duración de cuatro minutos la secuencia de la joven en el interior del ascensor, la noche de su desaparición; https://youtu.be/3TjVBpyTeZM.

 

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