11 DE FEBRERO DE 1873

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11 de febrero…………………..y entonces sucedió que………………………..
…………………el lunes 11 de febrero de 1873, Amadeo I, rey de España, renunciaba a la corona que ceñía desde hacía dos años, cuando aquel 16 de noviembre de 1870, las Cortes, lo había nombrado monarca, por 191 votos a favor, en lugar de la depuesta Isabel II, tras la Gloriosa Revolución de 1868, único soberano no Borbón (junto a José I Bonaparte) que ha reinado en España, desde Felipe V, en 1700.
Era Amadeo, el segundo hijo De Víctor Manuel II, rey de Italia desde 1861, y María Adelaida de Austria (bisnieta de Carlos III) y por tanto, emparentado con la monarquía española. Su principal valedor, fue el entonces presidente del Consejo de Ministros, el general Prim, que lograría de la Cámara los votos suficientes para su elección como rey de España y que para desgracia de aquel, moría asesinado horas antes de que Amadeo arribase al puerto de Cartagena el 30 de diciembre, víctima de un atentado en la calle del Turco de Madrid.
Sin el apoyo del presidente, rechazado por los carlistas, republicanos y la aristocracia (que veía en él a un rey forastero más que a uno de los suyos), no lo tuvo fácil aquel joven de veinticinco años, sin experiencia política, al que comenzaron a llamar el “niño con barbas”, que llegaba solo (sin la compañía de su mujer, María Victoria dal Pozzo Della Cisterna, convaleciente del parto de su segundo hijo, Víctor Manuel), y que tras un breve periodo de tiempo por Madrid, empezó a granjearse el sobrenombre de “Don Macarroni I”.
Durante el día el soberano ejercía sus funciones como podía o buenamente le dejaban (siempre con lealtad a la Constitución española vigente por aquellos días, la de 1869), pero por las noches, convertido en Don Macarroni, salía “de caza” por los garitos y cafés madrileños más populares del momento, como el célebre “Café de Fornos” de la calle Alcalá, que hacía esquina con la calle de la Virgen de los peligros, en busca de la ansiada compañía femenina, que nunca le llegaría a faltar, durante sus múltiples periplos nocturnos.
Uno de sus escarceos más conocidos fue el que tuvo lugar con Adela de Larra y Wetoret (hija del escritor Mariano de Larra), diez años mayor que él, conocida como la “dama de las patillas” por los dos largos mechones que caían a ambos lados de su  rostro. La hermana de Adela, Baldomera, era la esposa de Carlos de Montemayor, el médico de Amadeo.
Una intensa actividad “amorosa” de la que cuentan tuvo infinidad de “romances”, como el acontecido con la esposa del corresponsal de “The Times” conocida como la “dama inglesa”, o la cantante Teresa Pombo cuya aventura tuvo que ser silenciada mediante una cuantiosa suma de dinero (procedente del erario público) ante la amenaza de aquella de divulgar sus íntimos vaivenes reales.
A mediados del mes de marzo llegaba la reina, y con ella el final de estos devaneos regios nocturnos. María Victoria sorprende a los diputados españoles al saludarles en un perfectísimo castellano, sin apenas acento, causando una mejor impresión que el propio soberano en su momento, de hecho, acabarían llamándola “La Virtuosa”, y aunque se esforzó por agradar y ser aceptada, no lo acabaría de lograr nunca. Los desaires hacia su persona fueron continuos, como el sucedido en otoño de 1872, en un concierto celebrado en el Retiro, cuando al llegar María Victoria y no encontrar sitio libre disponible nadie hizo ademán alguno de ceder el suyo.
Unos meses antes, en julio, en la calle Arenal, los monarcas, regresando a palacio de uno de sus habituales paseos por aquellos mismos jardines, habían salido ilesos de un atentado.
Trece días después del nacimiento del tercer hijo de los reyes, Luis Amadeo, el 11 de febrero de 1873, de un día como hoy, Amadeo I, enviaba un escrito a las Cortes en el que anunciaba su renuncia a la corona española. Como muestra de su aislamiento, de las catorce personalidades elegidas para despedirles en el tren, que los llevaba de regreso a casa, tan solo se presentaron cuatro. Entristecidos dejaban una España, que dividida, reconocería años después el papel moderador de los monarcas.
El mismo lunes 11 de febrero, el Congreso de los Diputados y el Senado, constituidos en Asamblea Nacional, proclamaban la Primera República Española, por 258 votos a favor y 32 en contra, siendo nombrado presidente, Estanislao Figueras.
 

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