EL ASESINATO DE ISABEL CARRASCO

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21 de febrero………….y entonces sucedió que………………….
…………………………..durante las primeras horas de la mañana del domingo 21 de febrero de 2016, la prensa se hacía eco de la decisión tomada, durante la jornada del día anterior, por un jurado popular, de haber alcanzado un acuerdo, por unanimidad, para las tres encausadas en el juicio que había dado comienzo el pasado 18 de enero, por el asesinato de la presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco Lorenzo, ocurrido el 12 de mayo de 2014.
Aquel jurado, compuesto por cuatro mujeres y cinco hombres, sobre las once de la mañana del sábado y después de tres días de deliberación, anunciaba su veredicto al magistrado Carlos Javier Álvarez, en el que consideraba, a las tres procesadas en el sumario abierto, culpables de un delito de asesinato, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas, dejando a partir de ese momento en manos del tribunal el dictado de la sentencia definitiva.
Pasaban aproximadamente unos quince minutos de las cinco de la tarde de aquel lunes 12 de mayo de 2014, cuando la presidenta regional del PP y de la Diputación de León, Isabel Carrasco, de cincuenta y nueve años, se disponía a atravesar uno de los puentes que cruzan el río Bernesga de la capital leonesa, próximo a su domicilio, procedente desde la Avenida de la Condesa Sagasta con dirección hacía el Paseo de Salamanca, donde en la esquina con Quiñones de León, tiene su sede el Partido Popular, lugar en el que le esperan compañeros del partido para acudir a Valladolid, a un mitin que tiene previsto la presencia de Mariano Rajoy, que acude a dar apoyo a su candidato para las próximas elecciones europeas, Miguel Arias Cañete, y al que asistirá también, el candidato popular a la presidencia de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Camina distraída, con la mirada puesta en su móvil, intercambiando mensajes de WhatsApp, sin ser del todo consciente de estar siendo seguida, desde hace varios minutos, por una mujer, que oculta su rostro con una gorra de esas con visera y un pañuelo de color azul, situándose detrás de ella, a pocos metros, extrayendo en un momento dado de su bolso un pequeño revólver Taurus, del calibre 32, efectuando un primer disparo por la espalda a Isabel que herida de muerte cae sobre el firme del puente. Allí, recibirá dos tiros más, un primero con orificio de entrada en la mejilla izquierda y otro más en la cabeza, falleciendo minutos más tarde.
Es testigo de toda la escena un policía retirado que tras dar aviso a emergencias de los sucedido decide seguir a la autora de los disparos, que huye por donde ha venido, tratando aquel de observarla sin ser descubierto. Del puente en el que ha tenido lugar el crimen, hacia la calle de Lucas de Tuy, girando por Colón y posteriormente por Roa de la Vega hasta llegar a un vistoso mercedes plateado descapotable, matrícula 4557 GFR, que se encuentra estacionado en la Gran Vía de San Marcos, y en el que tras abrir la puerta se sienta en el asiento delantero, al lado del conductor, sin encontrarse, en aquel automóvil, aparentemente nadie más.
Alertada una pareja de la Policía Local, que se encuentra por la zona, por el policía retirado, sobre lo sucedido, las primeras indagaciones la identifican como Montserrat González Fernández, y el vehículo en el que se ha refugiado perteneciente a su hija, Triana Martínez González, que había llegado a ser otrora, la misma mano derecha de la ahora fallecida presidenta de la Diputación, y que con el devenir de los tiempos se había transformado en una más que fría y tensa enemistad, de la que ambas parecían hacer gala públicamente, y que como resultado de la misma, la madre había llegado a gestar verdadera aversión e inquina personal por quien consideraba que era la causante de todos los males de su hija.
Aunque Triana, la hija, hará acto de presencia un poco más tarde, aparentando no saber qué era lo que allí estaba sucediendo y de qué disparos estaban hablando los agentes, lo cierto es que posteriormente quedaría acreditado que en un momento dado de aquella huida por las calles de la ciudad de León, Montserrat le daba a su hija el bolso, con el arma del crimen en su interior, con la consigna de “deshacerse del mismo”, escondiéndoselo en el asiento trasero del copiloto del coche de una amiga suya, una agente de la Policía Local, Raquel Gago, con la que curiosamente había estado tomando café, con su madre, una hora antes de todo lo acontecido, y que “casualmente” se encontraba en una calle cercana donde permanecía, cerca de una hora, esperando a que abrieran los comercios, no siendo consciente, según llegaría a afirmar casi treinta horas más tarde, de la presencia del bolso con el arma en el interior de su coche.
La versión de los hechos relatados por la referida agente no resultaron del todo creíbles por los investigadores que desvelarían posteriormente una serie de llamadas desde el móvil de Montserrat, la madre, hacía Triana, la hija, dieciséis minutos más tarde de las cinco de la tarde, tan solo un minuto después del asesinato, y otra llamada de Triana al teléfono de Raquel Gago, la local de León, de la que esta no supo aclarar el contenido de la misma.
A pesar del veredicto del jurado en el que entendía a las tres sospechosas como autoras de un delito de asesinato, el magistrado, diecinueve días después, el 10 de marzo, dictaba una sentencia de culpabilidad sobre Montserrat González, como autora de un delito de asesinato a una pena de veintidós años de prisión, sobre Triana Martínez por su papel de cooperadora necesaria a una condena de veinte años de prisión y a Raquel Gago, por encubrimiento a una pena de cinco años (contraviniendo de esta manera el veredicto de culpabilidad en grado de autoría emitido por el propio jurado popular).
En los sucesivos recursos presentados, sería el Tribunal Supremo quien acabaría incrementando hasta los catorce años la duración de la pena impuesta a la policía local Raquel Gago Rodríguez, doce por complicidad y dos por tenencia ilícita de armas de este crimen, movido por el odio de una madre y una hija hacia quien llegó a ocupar hasta trece cargos simultáneamente.
Como dijo el poeta Ugo Foscolo; -“El desprecio es un sentimiento del que pocos, muy pocos mortales, son verdaderamente capaces; el odio es mucho más frecuente”-

 

 

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