13 de abril…………………………………….y entonces sucedió que…………….
……………..le costó un gran esfuerzo y mucho arrojo decidirse a confesárselo aquella misma noche. La voz le temblaba. Había estado practicando durante toda la tarde la manera de decírselo a su padre, tratando de mostrarse lo más seguro y convincente posible, dejando bien claras sus intenciones. –“¿Dónde está padre?-“, le pregunta a su hermano Joaquín, -“está en el salón, leyendo”, le contesta.
Allí estaba, sentado plácidamente junto al fuego reconfortante, ojeando su periódico “Las Novedades”, como solía hacer habitualmente después de la cena. Tras solicitar el correspondiente permiso de entrada de rigor, el joven José, (futuro primer marqués de Linares), da unos pasos, situándose de pie frente al sillón de su padre, diciéndole de manera solemne, -“vengo a decirle que desde hace unos meses estoy profundamente enamorado de una joven, la cual quisiera presentársela y llegado el caso, recibir su consentimiento, para poder contraer matrimonio”-.
El padre, Mateo de Murga y Michelena, originario del pueblo alavés de Llanteno, había llegado a Madrid en torno a 1823, amasando en pocos años tal fortuna que le situaba entre los financieros más influyentes de la capital. Tras indagarle sobre la procedencia de la joven en cuestión, el chico le cuenta que aquella muchacha por la que bebe los vientos, se llama Raimunda, que es hija de una cigarrera de la fábrica de tabacos de Lavapiés a la que llaman Benita Ortega Arregui y cuyo padre no era conocido, pues decían, había fallecido meses antes de nacer ella.
Don Mateo, le hace ver que es muy joven todavía, desaprobando aquella relación, no por el origen humilde de la dama en cuestión, sino por el largo camino que todavía le queda por recorrer a sus escasos y recién cumplidos veinte años. –“Hijo, tengo otros planes para ti”-, le dice. Y sabía de que hablaba, pues él mismo se había casado a los cuatro años de haber llegado a Madrid, recién cumplidos los veintitrés, con su mujer Margarita Reolid Gómez, naciendo, fruto de esa unión, sus cuatro vástagos; Joaquín en 1830, el mismo José en 1833, Carmen en 1835, que fallecía un año antes de nacer el pequeño de la casa, Eduardo en 1840.
Pensando que la mejor manera de interferir en aquella relación era poner tierra de por medio, manda al chico a completar sus estudios y formación a Londres, obviando la frase del historiador británico Thomas Fuller, -“La presencia fortalece el amor, pero la ausencia lo intensifica”-, como así a la postre acabaría sucediendo.
En 1856, dos años después de estar viviendo en Londres, es informado de la muerte de su madre, a la que le sucede, el 20 de julio de 1857, la de su progenitor, cuando se encontraba en los Pirineos, en el Balneario francés de Eaux Bonnes (Aguas Buenas) en la antigua región de la Aquitania, queriendo el infortunio que sin tiempo de resolver ambos trágicos sucesos, ocho meses después, en marzo de 1858 falleciera Joaquín, el mayor, a la edad de veintiocho años y el 3 de noviembre de ese mismo año Eduardo a los dieciocho, heredando una de las mayores fortunas de España. Entre ambas pérdidas, en el mes de junio, contraía matrimonio con su amada Raimunda.
En 1872, entre el paseo de Recoletos y la calle de Alcalá, el matrimonio encarga la construcción de un palacete, cuya fachada principal queda abierta hacia la misma plaza de Cibeles, siendo en un primer momento conocido como el «palacio de Murga», y tras la concesión de dos despachos reales por parte de Amadeo I, antes de presentar su renuncia, en señal de agradecimiento por su apoyo recibido, nombrándole vizconde de Llanteno y marqués de Linares, pasaba a conocerse como el “palacio de Linares” (la actual Casa de América).
Ordenando una mañana carpetas y viejos documentos archivados de su difunto padre, para así hacer efectivo el traslado a su nuevo domicilio, el marqués encuentra una carta a su nombre. En ella, su padre le confiesa haber mantenido una aventura extramatrimonial precisamente con una cigarrera de Lavapiés, llamada Benita, por lo que tras las primeras pesquisas realizadas, tenía el firme convencimiento que aquella muchacha, de la que con mucho dolor en su corazón se había visto obligado a separarle de ella, era pues sin duda alguna, sangre de su sangre, y por lo tanto su hermana.
Leyó el contenido de aquella carta cientos de veces, deteniéndose una y otra vez en aquella frase -“siendo hermanos por la parte que me corresponde-”. Tras enseñarle la misma a su ya esposa, decidieron solicitar una dispensa matrimonial al mismo Papa Pío IX, que les sería otorgada, en virtud de la cual preservaban el aludido enlace matrimonial siempre que mantuvieran una ordenada convivencia en castidad.
Pero los términos de aquella exención, según la leyenda negra de los mentideros de Madrid y sus barriadas llegaban muy tarde, pues al parecer fruto de esta unión matrimonial había nacido una niña, de la que aseguraban, llegaron a asesinar, ocultando su cuerpo entre las paredes del nuevo palacio. Según afirmaba el personal que les atendía , aparentemente y con rigurosidad, una vez instalados allí, cumplían aquella bula Papal, pues dormían en habitaciones separadas.
El 28 de octubre de 1901, fallecía Raimunda, y seis meses más tarde, el 9 de abril de 1902, lo hacía el marqués. En su testamento, dejaba estipulado que sus cuerpos fueran enterrados en un mausoleo ubicado en el Hospital San José y San Raimundo de Linares, en Jaén. Como el aludido hospital al momento de su fallecimiento todavía no estaba finalizado fue enterrado en su panteón familiar del cementerio de San Justo de Madrid, un 13 de abril, como hoy, de 1902, junto a los restos de su mujer, hasta ser depositados ambos, para su descanso eterno en el aludido centro hospitalario, al que también se conoce como el de los marqueses de Linares, en el mes de mayo de 1918.
Los rumores sobre supuestos fenómenos extraños acompañaron al palacio de Linares desde entonces, llegándose a asegurar escucharse la voz de una niña llamando a su madre, desatando toda una ola de rumores al respecto, de tal magnitud, que el 6 de septiembre de 1990, en una crónica que publicaba Torcuato Luca de Tena en el ABC y que la finalizaba de la siguiente manera; -“Tratar a un matrimonio radicalmente ejemplar de asesinos, emparedadores, adúlteros, parricidas, sin aportar un solo testimonio, no es solo una ligereza, es una infamia”-.
En febrero de 2010 la escritora Carmen Maceiras Rey, presentaba su libro “El Secreto de Raimunda: La Marquesa de Linares”, aportando nuevos datos, tras una investigación que comenzaba en 1992, en un intento por desvelar los hechos reales sobre esta leyenda.
Como bien dijo el escritor Sir Walter Scott, primer Baronet -“No les puedo asegurar la verdad, pero como me lo contaron se lo cuento”-