15 de abril………………………………………y entonces sucedió que………………..
………………………………llevaban cuatro días de navegación tranquila, a bordo de aquel “palacio flotante” que constituía el transatlántico Royal Mail Steamship Titanic, desde que partieran desde el muelle número 44 en el puerto de Southampton, a las once de la mañana del miércoles 10 de abril de 1912, comandado por el veterano capitán, de 62 años, Edward John Smith, apodado el “Capitán de los Millonarios”, cuando a las once menos veinte de la noche del domingo, colisionaban por estribor (por su lado derecho) contra un iceberg, provocando su hundimiento a las dos horas y veinte minutos del día 15 de abril, de un día como hoy, de hace por tanto 106 años.
Para este viaje inaugural, del barco considerado el “más seguro del mundo”, de sus cerca de tres mil seiscientas localidades disponibles se habían vendido 1309, de un pasaje a los que habría que añadir casi novecientos miembros (entre personal de servicio y tripulación a bordo), destacando entre estos a Joseph Bruce Ismay, el director de la White Star Line (la naviera propietaria del Titanic), así como Thomas Andrews, su constructor, que viaja junto a nueve especialistas que habían trabajado en el diseño del buque, denominados el “grupo de garantía” por si hipotéticamente hiciera falta su intervención, sin olvidarnos de los ocho músicos que conformaban la Wallace Hartley Band.
Sobresalen entre sus pasajeros, algunos de los miembros más distinguidos de la alta sociedad del momento, como los novensanos españoles Víctor Peñasco y Santillana de 24 años de edad (nieto del entonces presidente del consejo de ministros José Canalejas) y Pepita Pérez de Soto de 22, que son alojados en el camarote C65. En la cabina C62, John Jacob Astor IV, de 47 años, quizás el hombre más rico de los Estados Unidos en aquella época, junto a su esposa Madeleine Astor de 18, o el propietario de los Almacenes Macy’s, Isidor Straus de 67 años que viaja junto a su esposa Ida de 63 (que llegado el trágico momento se negará a subir al bote salvavidas, dejando solo a su marido, diciéndole -“Donde tú vayas, iré yo“-, y el diputado mexicano Manuel Uruchurtu de 39 años, que cederá su sitio a una dama en el bote asignado.
Entre el pasaje de segunda y tercera clase seiscientos inmigrantes en busca de una oportunidad que viajan en condiciones muy diferentes a aquellos ilustres viajeros.
Pero entre todos ellos, se distinguen «los otros pasajeros del Titanic», doce canes dispuestos en la cubierta F, en jaulas suficientemente espaciosas que cuentan con un confortable sistema de calefacción. Todos ellos a cargo de John Hutchinson de 26 años de edad, que hacía las labores de carpintería en el buque. De aquellos doce, solo acabarían salvando la vida tres.
El señor Dickinson Bishop subía a bordo acompañado de su joven esposa Helen Walton y una perrita de la raza “Caniche Toy”, llamada “FruFru”. Asignados al camarote B49, el Primer oficial William Murdoch (que lleva consigo en aquel viaje un fantástico perro de la raza Terranova, al que llama “Rigel”) les permite acomodarla en sus aposentos, donde los Bishop con unas toallas dentro de una maleta, le confeccionan un lugar en el que dormitar. Cuando el Titanic comience a hundirse los Bishop abandonarán el barco en el primer bote que partió, el número 7, dejando a FruFru encerrada en la habitación, creyendo que no despertarían muchas simpatías llevándola en brazos y ocupando el sitio de otro posible viajero.
Harry Anderson, un corredor de bolsa inglés, viaja acompañado de un ejemplar de Chow Chow ganador de numerosos concursos de belleza canino, por su elegante porte. La noche de la tragedia, el señor Anderson se salvaba a bordo del bote número 7, dejando en la jaula de la cubierta F a su compañero.
El matrimonio de los Rothschild, Martin y Elizabeth, llevan consigo un viejo perrito de Pomerania del que no se separan jamás. La señora Rothschild subirá al bote número 6, llevando oculto al can bajo su abrigo de piel, no siendo detectado por ninguno de los que allí estaban, probablemente al mantenerse aquel en absoluto silencio. Cuando el Carpathia posteriormente los rescate será cuando descubran escondido al referido perrito. Martin, su marido, no conseguiría un sitio en ninguno de los botes, falleciendo en el trágico suceso. Tenía 46 años.
Margaret Hays, que viaja junto a su mejor amiga Olive Earnshaw y la madre de esta, Lily Potter, han comprado en su viaje por Europa una perrita de la raza Pomerania, a la que llaman “Lady”, y que instalan en el mismo camarote que comparten, el C54. En el momento de comenzar el siniestro, Margaret envolverá a Lady entre unas mantas, como si de un bebé se tratara, sin despertar las sospechas de los allí presentes, subiendo las tres mujeres en el bote número 7 (el mismo que los Bishop y que el señor Anderson).
El abogado William Dulles, alojado en la cabina A10, viaja con su Fox Terrier enjaulado en la cubierta F. Ambos, durante la madrugada del día 15, perecerán en el hundimiento.
El banquero de Philadelfia, Robert Williams Daniel, a sus veintisiete años, regresaba a los Estados Unidos a bordo del Titanic, acompañado de un magnífico ejemplar de la raza Bulldog francés atigrado de exhibición, llamado “Gamin de Pycombe”, por el que había pagado al criadero de Gwendoline Romilly la cantidad de 150 libras ( actualmente, unos diecisiete mil euros), del que no se separaba ni un solo instante, habiéndole permitido establecerse en el mismo camarote. Robert logrará sobrevivir, no así su perro al que dejará encerrado en la cabina.
El editor neoyorkino Henry Harper y su esposa Myra, viajaban junto a su Pekinés al que llamaban “Sun Yat-Sen” alojándose con ellos en el camarote D-33. Subidos a bordo del bote número 3, sin ningún contratiempo u oposición alguna, y a la vista de todos, la llevaron consigo, logrando sobrevivir al naufragio.
William Ernest Carter y su esposa Lucile que viajaban junto a sus dos hijos Lucile y William (ocupando en primera clase los camarotes B96 y B98) subieron en compañía de dos perros que dejaron en las jaulas de la cubierta F, que acabarían perdiendo la vida y por los que acabarían solicitando una indemnización de cien y doscientos dólares. Lucile y los niños se salvarán al subir al bote nº 4, así como William que lograría un sitio en el bote C, uno de los últimos en abandonar el Titanic.
El coronel John Jacob Astor IV y su esposa Madeleine acompañados de su inseparable Airedale Terrier, “Kitti”, pasaba largos ratos con ellos en sus camarotes, C-62 y C64. La noche del desastre, Madeleine lograba subirse al bote número 4, pero no el coronel ni tampoco Kitti, que fallecerían horas más tarde.
Ann Isham, de cincuenta años, viajaba con su enorme Dogo alemán “Sam”, que por su tamaño debía dormir en la perrera del barco. No pudiendo conseguir que fuera este aceptado en el bote número 4 en el que a ella se le permitía huir del Titanic, decidió no abandonar a su compañero y permanecer junto a él, pereciendo ambos en el mismo.
Y por último y como mención especial, el anteriormente aludido Terranova del Primer Oficial William Murdoch, llamado Rigel, del que cuentan que gracias a sus ladridos, acabaría siendo decisivo a la hora de guiar a los supervivientes del bote número 4, nadando por delante de ellos, llamando la atención de Arthur Rostron el capitán del Carpathia, indicándoles con su heroico gesto su posición exacta.
En el siguiente enlace una recreación del National Geographic Chanel sobre el hundimiento del Titanic https://youtu.be/SI9IdSct5WY. Y en este otro, extraído de la película Titanic el momento en el que se hunde https://youtu.be/HglUt8SIQ9I.