……………………………….aquel mes de mayo de 2007, era el segundo año que los McCann disfrutaban de sus vacaciones en aquel idílico lugar, en el Algarve portugués, del Ocean Club Resort de Praia da Luz, un complejo vacacional rodeado de jardines sutropicales a muy poca distancia de una de las mejores playas de la región. Gerald McCann, al que llaman Gerry, cardiólogo del hospital Glenfield en Leicester, de 39 años, y su mujer, Kate Healy, de 38 años, médico general en el ambulatorio de Melton Mowbray, a dieciséis minutos de la capital del condado, acuden acompañados de sus hijos, Madeleine, que el próximo día 12 cumplirá 4 años, Amelie y Sean, los gemelos de 2 años. Junto a ellos este año viajan tres matrimonios más, Jane y Russell O’brien (con sus dos hijas); Rachael y Mathew Oldfield (con una hija) y Fiona y David Payne (con dos niñas más) que suman ocho niños en total. Viaja con ellos además, la madre de la señora Payne, Dianne Webster.
Kate y Gerry aunque casados desde 1998, no tuvieron a Maddie, su primera hija, hasta pasados cinco años, cuando recurriendo a la técnica de la fecundación in vitro pudieron conseguir tan ansiado embarazo. Los gemelos fueron concebidos haciendo uso del mismo proceder, siendo desde entonces expreso deseo de la madre, el reducir su jornada laboral a dos días por semana, pasando consulta en el aludido ambulatorio, ocupada y entregada a sus quehaceres familiares.
Habían llegado a Portugal hacía ya cinco días, el sábado 28 de abril, sintiéndose enseguida muy confortables por las instalaciones del complejo vacacional, que ofrece a este tipo de turismo todas las comodidades posibles a precios muy asequibles. Se sienten como en casa, rodeados mayoritariamente, durante la llamada temporada baja, de turistas procedentes, como ellos, de las islas británicas.
El Ocean Luz Club del Algarve cuenta con ocho edificios de apartamentos de poca altura que rodean dos piscinas exteriores y tres pistas de tenis. Dentro del complejo cuentan además con todo tipo de servicios que facilitan la estancia, como varios bares, una farmacia, supermercado, servicio de lavandería e incluso una entidad bancaria.
El jueves 3 de mayo, tras acostar a los niños y comprobar que duermen profundamente se dirigen al “Bar Tapas”, a unos cincuenta metros, al lado mismo de la piscina (que para acceder al mismo no necesitan salir del complejo), para cenar y tomar algo con los amigos del grupo. Están relajados. No presienten peligro alguno en aquel lugar, se sienten confiados. Los cuatro matrimonios dejan a los niños acostados y se van turnando para acudir, cada cierto tiempo, a comprobar si necesitan algo.
A eso de las nueve de la noche, realizan una primera visita de comprobación para ver cómo están los niños. En este primer turno, acuden los hombres. Gerry revisa el sueño de sus tres hijos que duermen plácidamente. Media hora más tarde, son las señoras las que se acercan a los apartamentos para realizar una segunda visita de inspección, y es entonces cuando Kate, se encuentra abierta la puerta del apartamento, y una vez dentro observa como la ventana también lo está, corriendo atemorizada hacía el cuarto, en el que la cama de Madeleine se encuentra vacía. -“la niña”!!! grita-, no está, -“se la han llevado”-.
Los gritos alertan a los vecinos próximos al apartamento de los McCann, el 5ª A, que se agolpan en la puerta sin saber que está sucediendo. Alguien avisa al padre que junto a sus amigos inician sin demora una búsqueda por todo el complejo turístico. A las diez de aquella fría noche, se da aviso a la policía portuguesa, personándose en las instalaciones con una dotación de más de un centenar de agentes, acompañados de perros adiestrados, que proceden a peinar la zona sin resultado alguno.
Gerry, visiblemente angustiado agachándose examinará los bajos de cada coche que se encuentra aparcado a lo largo de la calle de José Ribeiro Lopes, en una frenética búsqueda contrarreloj que se prolongará hasta las cinco de la mañana del ya viernes 4 de mayo, de un día como hoy, de hace once años, momento en el que sin haberla encontrado, se retirarán a descansar unas horas.
Llama la atención, de los que allí se encuentran presentes, las maneras diferentes de reaccionar ante la adversidad que manifestaron ambos progenitores, pues mientras el padre sin rumbo fijo parecía estar poseído por la desazón misma y la desesperación, consumido por la ansiedad del momento, la madre no fue capaz de reaccionar ni de mover músculo alguno, sin parar de llorar, presa de uno de los llantos más desgarradores que alguien haya podido presenciar.
La niña, Madeleine Beth McCann presenta un coloboma, (una fractura del iris en su ojo derecho) siendo este un rasgo notablemente distintivo que bien podría servir para su rápida identificación. Jane Tanner (la esposa de Russell O’brien) afirmó, tras acudir en su turno a ver a sus hijas, haber creído ver a un hombre con un niño en brazos, próximo al apartamento de los McCann (posteriormente, como resultado de las investigaciones que se llevarán a cabo en la llamada “Operación Grange”, en 2013, la policía concluiría que aquel sujeto era un turista británico que llevaba en brazos a su hija aquella misma noche).
El proceso de la búsqueda de Madeleine McCann dio un giro inesperado el 6 de septiembre de 2007, al declararse oficialmente a Kate, la madre de la pequeña, sospechosa de la desaparición de su propia hija, siendo a las pocas horas, ampliada esta calificación de “presunto implicado” al padre también. Sin embargo, el 21 de julio de 2008, FernandoPintoMonteiro, Fiscal General de Portugal, archivaba la causa, exonerando con ello a los señores McCann de su presunta participación al no haber hallado evidencias suficientes en la misma, que hoy cumple once años, y que en una campaña sin precedentes, movilizaría a personajes relevantes del mundo de la política, del deporte, del cine, e incluso al Papa Benedicto XVI que recibía, un mes más tarde de estos sucesos a los desconsolados padres. En el siguiente enlace en cuarenta segundos un resumen en imágenes https://youtu.be/c15ror5MF78.
-“Desapareció sin más…como el puño al abrir la mano”-. El Halcón maltés (1930), de Samuel Dashiell Hammett.