……………..el atentado fallido del italiano Felice Orsini contra Napoleón III y su mujer (al considerarlo el verdadero obstáculo para la independencia de Italia), llevado a cabo el 14 de enero de 1858, cuando acudían aquellos en su coche de caballos a la ópera en la rue LePelletier, propiciaría la construcción de un nuevo edificio, para este tipo de espectáculos, cerca de su residencia en el palacio de las Tullerías con un acceso mucho más seguro.
Financiado por las arcas del Estado y mediante concurso público se establecieron las bases para la construcción de un nuevo teatro de la ópera siendo quien conseguiría el mismo, un joven arquitecto llamado Charles Garnier con su diseño llamado “Ministerio de Bellas Artes”, en 1860, con el que pretendía transmitir que el edificio de la ópera debería ser un lugar grandioso de entretenimiento y celebración, utilizando para ello mármoles de diversos colores así como la utilización de bronce y oro en la ornamentación.
El edificio referenciado tardaría en ser construido cerca de catorce años. Cuando en 1875 Napoleón III y su mujer, la granadina Eugenia de Montijo fueron en compañía del arquitecto a visitarlo, la emperatriz con cierta ironía al respecto le cuestionaba el estilo que tenía aquella majestuosa obra, diciéndole, -“discúlpeme Monsieur Garnier, pero no le veo al teatro estilo griego, ni tampoco el de Luis XIV, ¿Cuál es su estilo entonces?, a lo que el hábil constructor, respondía, -“¿su estilo?, estilo Napoleón III, Madame”-.
La Academia Nacional de Música-Teatro de la Ópera fue inaugurada el 5 de enero de 1875, con sus imponentes cincuenta metros de escenario que por aquellos tiempos era el más grande de los que había hasta entonces y que pronto se convertiría en el centro de atención y ocio de la sociedad parisina, que popularmente acabó llamándole el palacio Garnier o también la Ópera Garnier.
La élite de la alta sociedad tenía palcos alquilados durante todo el año, a los que, en ocasiones, acudían varias veces la misma semana. Accedían por la conocida “rotonda de los abonados”, un vestíbulo circular que los asistentes cruzaban, al bajar de sus coches entrando por una puerta giratoria, por el que llegaban hasta una gran escalera compuesta de dos brazos, de doble hélice, que permitía subir a los “foyers” (espacios dedicados a estirar las piernas en los entreactos)˗ así como al resto de las plantas de la sala de espectáculos.
Y así fue transcurriendo el devenir de los años en este “Teatro de la Ópera”, hasta que un miércoles 20 de mayo de 1896, de un día como hoy, durante la representación de la obra “Hellé”, con música del compositor Alphonse Duvernoy, y ante una audiencia de unos dos mil espectadores que abarrotaban aquel auditorio, faltando nueve minutos para las tres de la tarde, uno de los contrapesos que sujetaban la araña de luces de la majestuosa sala, con sus ocho toneladas de peso y trescientas cuarenta luces, cedía, desplomándose sobre el patio de butacas, hiriendo de diversa consideración a varios asistentes al acto y causando la muerte de Madame Chomette, de 56 años de edad que ocupaba la butaca número 13 de la cuarta galería, y que esa tarde acudía a la ópera acompañada de su hija, Henriette Chaumeil que igualmente resultaba herida.
El estruendo causado por el impacto de aquel contrapeso, de aproximadamente unos setecientos kilos, sobre las butacas y el parquet del piso, hizo creer a los asistentes ser víctimas de un ataque anarquista mediante bomba, por lo que comenzaron atemorizados a correr hacia las puertas de salida de las salas, empujándose unos a otros, en una escena de verdadero pánico. La frialdad mostrada por la soprano Rose Caron y el barítono Jean François Delmas, permaneciendo impasibles en sus sitios en el escenario, junto con la actitud serena mostrada en aquellos momentos de máxima confusión por el director de escena Alesandre Lapissida, lograron calmar los ánimos del público, sobre todo de los dos primeros niveles.
La rápida actuación de los oficiales de policía Durand, Guida, Grimaldi y Levesque del Noveno Distrito de París, acordonando la zona del accidente, junto con la rápida intervención del Cuerpo de bomberos de la rue Blanche, facilitaron la evacuación de quienes todavía permanecían en el interior del teatro así como la extinción del fuego originado tras el desprendimiento del referido contrapeso.
Este suceso inspiraría al escritor Gaston Leroux para escribir una de sus novelas con mayor éxito y proyección mundial, «El Fantasma de la Ópera” publicada en el mes de marzo de 1910, y que según afirmaba el ensayista estaba «basada en hechos reales».
Según el escritor, el fantasma de la Ópera, era en realidad un joven pianista con un futuro prometedor víctima de un incendio que se había producido en el conservatorio de la rue LePelletier, un 28 de octubre de 1873, y que dejaba su rostro completamente desfigurado, mientras que su prometida, una joven bailarina, en el mismo accidente perdía la vida. Absolutamente desolado y ocultando su rostro para siempre, acabaría refugiándose en los sótanos del edificio en construcción de la Ópera Garnier, en donde se sucederían una serie de muertes en extrañas circunstancias, creando sobre su personaje una auténtica leyenda.
Ya lo dijo el escritor portugués José Saramago, premio Nobel de literatura en 1998, -“Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí”-.
En el siguiente enlace una visita por este majestuoso edificio del “Ópera Garnier”. https://youtu.be/_gyoNSnJ5HU