…………………tras pasar nueve días de descanso por el Mediterráneo, en la isla italiana de Cerdeña, a bordo del Tender to Jonikal, Diana Spencer y Dodi Fayed decidían, antes de dirigirse a Londres, realizar una breve escala en París. Allí arribaban, sobre las tres y veinte de la tarde del sábado día 30 de agosto de 1997, en el avión privado de los Al Fayed al aeropuerto parisino de “Le Bourget”. Una hora más tarde, aproximadamente, llegaban a la suite imperial del Hotel Ritz, propiedad del padre del novio, Mohammed Al Fayed, y junto a ellos, un nutrido grupo de fotógrafos gráficos (los siempre molestos “paparazzi”) que les perseguían allí a donde estos acudían.
La agitación a las puertas del aludido hotel, en el número 15 de la Place Vendôme, era inusitada. Hacía justamente un año que la princesa Diana, tras once de matrimonio, se había divorciado de su marido, el príncipe Carlos de Inglaterra, como consecuencia de los escarceos amorosos de este con Camila Parker Bowles, en una de las rupturas más mediáticas acaecidas en los últimos tiempos, en el que ambos cónyuges durante cinco largos años de separación, habían entrado en una especie de guerra indirecta, utilizando a la prensa para atacarse el uno al otro, hasta el miércoles 28 de agosto de 1996, día en el que de manera oficial, la Casa Real Británica anunciaba la ruptura definitiva, de manera amistosa, de ambos cónyuges.
Las lágrimas de una hundida Diana de Gales, las confesiones de infidelidades mutuas, su humanidad cargada de gestos solidarios, su carisma personal, junto a una serie de revelaciones personales la convertirían, en palabras del entonces primer ministro TonyBlair, en la “princesa del pueblo”.
Un año más tarde, durante aquel verano de 1997, el heredero del imperio Harrods de Londres, y la princesa de Gales, consolidaban una relación sentimental por las costas de Saint Tropez y la anteriormente aludida isla italiana de Cerdeña.
El acecho sobre la pareja se había tornado insoportable. Asediados constantemente por los objetivos de las cámaras de aquellos reporteros, en un esfuerzo por conseguir una instantánea de la pareja que parecía vivir felices momentos, llegaron a “forzar” adelantar, ante tal persecución mediática, el final de sus vacaciones, regresando a Londres, haciendo un alto previo en París, el fin de semana del 30 al 31 de agosto.
La presencia de aquellas decenas de teleobjetivos exasperaba con mayor intensidad al acompañante de Diana (mucho más habituada a lidiar con esta incomodidad diaria). El guardaespaldas personal de Dodi, Kes Wingfield, y el de Diana de Gales, Trevor Rees Jones, aconsejaban incrementar los integrantes de su cuerpo de seguridad, para poder utilizar varios vehículos y despistar a la prensa gráfica, algo a lo que no estaba dispuesto el novio, visiblemente molesto, que quiere disfrutar de una velada íntima y especial de su única noche en la capital parisina.
Los planes de la pareja pasaban por visitar el piso que Dodi tiene en París, cerca del Arco del Triunfo y pasar allí la noche, pero la constante presencia de los paparazzi a su alrededor irán amoldando aquellos a las circunstancias que se irán presentando. Mientras Diana acude a la peluquería del Hotel, Dodi se dirige a la joyería de Alberto Repossi, situada en el número 6 de la misma Plaza Vendôme (a doscientos metros del hotel), para recoger un par de anillos.
Sobre las siete de la tarde a bordo de un Mercedes de color negro salen del Hotel, en dirección al piso de Dodi Al Fayed, siendo perseguidos hasta allí, en motocicletas, por decenas de paparazzi que mantienen conversaciones por teléfono dando aviso de su recorrido a otros compañeros. Al llegar al domicilio situado en la calle de Arsène-Houssaye ya les esperan numerosos fotógrafos. Dos horas más tarde, sobre las nueve y media de la noche, la pareja sale del piso con la intención de cenar en el bistrot Chez Benoit del número 20 de la calle Saint-Martin, muy próximo al Centro de Arte y Cultura George Pompidou, pero durante el trayecto son nuevamente acosados, hasta tal punto que deciden cancelar la reserva y cenar tranquilamente en el hotel, a donde llegarán sobre las diez menos cuarto de la noche.
Al llegar, la expectación es de tal magnitud que una treintena de fotógrafos y cientos de curiosos rodean el coche, dificultándoles incluso abrir las puertas para poder descender del vehículo. Cuando logran hacerlo les colocan las cámaras muy cerca de la cara. Se sienten abrumados. Deciden cenar en la intimidad que les proporciona la Suite Imperial, situada en la primera planta del edificio, con sus cerca de 218 metros de estancia, a un precio de 20.000 € por noche.
Al finalizar la cena, resuelven regresar al piso para pasar la noche (es allí donde han dejado sus equipajes). Mohammed Al Fayed, dispone que sea el jefe de seguridad del Ritz, Henri Paul, quien les lleve. Este, diseña un plan para despistar a la multitud de curiosos que siguen a las puertas del hotel. Saldrán por la parte posterior del hotel, a través de la rue Cambon, en un Mercedes S280, que será conducido por el propio Henri Paul, al que acompañará Trevor Rees Jones (guardaespaldas de Lady Di). Tras esta salida, el personal de seguridad situado en las puertas del hotel se marcharía, dando a entender de esta forma que la pareja había decidido pernoctar allí mismo.
Pero al salir el Mercedes por la mencionada vía, fueron descubiertos por el motorista Stephane Darmon que llevaba al fotógrafo de la agencia Gamma, Romuald Rat, comenzando una persecución por las calles de París. En un intento desesperado por deshacerse de la presencia de aquellos, el conductor del vehículo, Henri Paul, acelera hasta llegar al Puente del Alma, por el que entra a gran velocidad. En la embocadura del mencionado puente, un Fiat Uno de color Blanco circula respetando la velocidad máxima permitida, colisionando el Mercedes con este, por su costado derecho, que tras desviar lateralmente la dirección del vehículo y realizar un derrape, de unos treinta y dos metros, acabaría colisionando con la columna decimotercera del paso a desnivel, falleciendo en el acto el conductor Henri Paul de 41 años y Dodi Al Fayed de 42 (que no llevaban colocado el dispositivo del cinturón de seguridad). El guardaespaldas de la princesa, Trevor Rees Jones de 35 años (que lograría sobrevivir al accidente) era el único que lo llevaba puesto.
Diana, era traslada en ambulancia al Hospital de la Pitié-Salpêtrière, donde llegaba sobre las dos de la mañana. Fallecía a las cuatro de la madrugada del 31 de agosto, de un día como hoy, de hace por tanto veintiún años. Tenía 36 años, permaneciendo desde entonces vivo su recuerdo en nuestra memoria y en nuestros corazones….
……porque la muerte no existe, ya que la gente solo muere cuando la olvidan….-“Si puedes recordarme, siempre estaré contigo”- (de la novela Eva Luna 1987, de Isabel Allende)…..