……………………………se lo había dicho en varias ocasiones, pero él no quería admitir que lo suyo con Ruth acabase de esa manera, ni de esa, ni de ninguna otra. Estaba absolutamente convencido que el amor que en su día ella llegó a sentir por él, en su Córdoba natal, cuando se conocieron, hacía ya casi trece años, siendo ella por aquel entonces una estudiante de Veterinaria, no podía terminar de esa forma y mucho menos decidiéndolo ella, faltaría más. Pero aquel quince de septiembre de 2011, lo tenía claro. Asesorada por el IAM -“Instituto Andaluz de la Mujer”-, donde acudió a solicitar ayuda psicológica, se decidió a dar el paso. Ya no soportaba más aquella tirantez y rigidez de carácter de su marido, no quería seguir viviendo más tiempo con él, y le solicitaba, formalmente, el cese de la convivencia y una separación amistosa.
Cuando José la conoció, apenas había transcurrido un año desde aquel mes de abril de 1997, en el que había intentado suicidarse por problemas sentimentales con la que entonces era su novia, un incidente que obviará contarle a lo largo de los años, y que tampoco hará quien acabaría siendo su suegro, Bartolomé, que fue quien se lo encontró inconsciente en el coche, en la finca de las Quemadillas, la vivienda familiar que tienen en una urbanización a las afueras de Córdoba.
Tras cuatro años de noviazgo, en 2002, José Bretón Gómez contraía matrimonio con Ruth Ortiz Ramos, fruto del cual nacería el día 2 de octubre de 2005 una niña, a la que llamarón, como a la madre, Ruth y cuatro años más tarde, el 10 septiembre de 2009, un niño, de nombre José, como el padre. De Córdoba se trasladaron a Almería y de allí, a la urbanización Nuevo Portil, a veinte minutos en coche de la capital onubense.
Ruth le propone quedarse con los niños allí en Huelva, y un plan de visitas de fines de semanas alternativos. De esta forma Bretón, ese mismo día regresaba a Córdoba, a casa de sus padres (confiado todavía en poder revertir aquella situación mediante la entrega de una serie de cartas y algún que otro ramo de flores).
La primera entrega de un mensaje escrito la efectúa tan solo dos días después, el sábado día 17, solicitándole medite la decisión tomada, hasta el mes de diciembre. Paralelamente a la entrega de esta misiva, el lunes 19, compraba en la estación de servicio “Villaonuba S.L” los primeros cincuenta litros de gasóleo (de los doscientos setenta y uno que acabará haciendo acopio), en tres visitas a la referida gasolinera, el jueves 29, que se llevará setenta litros, el lunes día 3 de octubre que volverá a por setenta y seis litros más y el viernes 7 que retiraba los últimos setenta y cinco.
Dicho combustible quedaría almacenado en la vivienda de las Quemadillas a la que en aquellas dos semanas, tras la separación, llegaría a acudir, hasta en once ocasiones, haciendo provisión de la misma forma de una gran cantidad de leña de olivo (unos 250 kilogramos), probablemente por sus características especiales de combustión, ya que se trata de una madera que no genera casi brasas, al realizar su incineración mediante llama de forma continuada, y allí, entre varios naranjos en un lugar no visible desde el exterior de la finca, cavaba una fosa, de unos dos por tres metros a modo de tahona, en la que dispuso una mesa metálica. Los preparativos de su siniestro plan quedaban terminados.
El domingo 2 de octubre, acudía a la celebración del sexto cumpleaños de su hija en Huelva, mostrándose arrepentido y dispuesto a cambiar, pero haciendo llegar a los invitados al evento, que llegado el caso, lucharía por hacerse con la custodia de sus hijos.
El 5 de octubre, de un día como hoy, de hace siete años, ultimaba los detalles de su macabro plan, consistente en fingir la desaparición de sus propios hijos y acabar con la vida de estos en aquella especie de horno fabricado en la finca. Para poder tenerlo todo bien dispuesto, quedaba con su hermana Catalina en recoger a sus sobrinos al día siguiente, con la intención de dejarlos solos durante unos instantes, y observar, desde un lugar escondido, la reacción de los niños al encontrarse solos.
El viernes 7 de octubre, antes de recoger a los niños en casa de Obdulia, la madre de Ruth en Huelva, pasaba de nuevo por la gasolinera para llevarse los últimos litros de combustible, que guardaría celosamente en el maletero de su Opel Zafira, haciéndole entrega a Ruth de una carta de cinco folios y un ramo de flores, rogándole en la misma volver con él.
Y será al día siguiente, el sábado 8 de octubre, cuando llevaría a cabo su urdido plan. Tras pasar la mañana en casa de su hermana Catalina, en la calle Jesús del Calvario, donde permanecería hasta la una y media de la tarde, aproximadamente, momento en el que acudían a casa de los padres de José, para saludarles brevemente, con la excusa de haber quedado a comer con unos amigos. De allí, se dirigiría a las «Quemadillas», suministrando probablemente durante aquel trayecto a sus hijos un número no determinado de pastillas tranquilizantes de Orfidal y Motiván (que le habían sido recetadas recientemente como tratamiento). Al llegar a su destino, colocaba los cuerpos inertes de sus hijos sobre la pira incineraría, fabricada a tal efecto durante las semanas anteriores, deshaciéndose de estos, permaneciendo hasta pasadas las cinco y media de la tarde, alimentando aquel fuego con el combustible que había adquirido.
Media hora más tarde, aparcaba su vehículo en la calle Pintor Espinosa, próximo al parque que hay enfrente de la llamada “Ciudad de los Niños”. Desde allí enviaba unos mensajes de texto a su hermano Rafa y a su cuñado José Ortega, para hacerles creer que iba a pasar la tarde con sus hijos, en el mencionado lugar, por si querían acudir. Transcurrido un tiempo que Bretón consideró prudencial volvía aponerse en contacto con aquellos para advertirles que había perdido a los niños, realizando una llamada al 112, de la que podemos escuchar un breve extracto de la misma en el siguiente enlace.- https://youtu.be/51pkzZhEzLE.
La sospechosa actitud del padre, su inusual calma, las grabaciones de las cámaras del mencionado parque que recogían la llegada de este sin la compañía de ninguno de sus hijos, centraron la atención rápidamente de los investigadores en su persona y en aquella hoguera de la finca de las Quemadas.
Un día antes de ser detenido, realizaba dos llamadas telefónicas. Una a la madre de los niños, para brindarle su apoyo incondicional, y otra, apenas un minuto más tarde a Conchi, una antigua novia, a quien le pedía que le hiciera “un hueco en su vida” desde el mismo día de la “desaparición” de los niños y que podemos escuchar en el siguiente enlace de los servicios informativos de Telecinco, de la mano de la periodista Malena Guerra López.- (https://www.telecinco.es/informativos/sociedad/llamadas-juicio_Jose_Breton-Ruth_y_Jose-Cordoba_2_1631205099.html).
El viernes 21 de octubre, el juez del caso, José Luis Rodríguez Lainz decretaba el ingreso en prisión sin fianza de José Bretón, que acabaría siendo declarado culpable del asesinato de sus hijos el 22 de julio de 2013 y condenado por ello a una pena de cuarenta años de prisión, por la sección Tercera de la Audiencia Provincial de Córdoba.
En su alegato final, el 8 de julio, José Bretón Gómez declaraba; -“Soy completamente inocente y que a día de hoy no sepamos dónde están mis hijos me parece increíble”-.