26 de octubre…………………….y entonces sucedió que…………………………….
……..cada cuatro años, durante la jornada del primer martes del mes de noviembre, tiene lugar en los Estados Unidos las elecciones presidenciales. En las últimas celebradas, las quincuagésimo octavas (58º) de su historia, el martes 8 de noviembre de 2016, era elegido presidente, el líder del Partido Republicano Donald Trump que se imponía a la demócrata Hillary Clinton, convirtiéndose por trescientos cuatro votos a favor frente a doscientos veintisiete, en su cuadragésimo quinto presidente (a pesar de haber obtenido casi tres millones de votos menos que su contrincante).
Hacia la mitad del mandato presidencial, se celebran otras elecciones, las legislativas, también conocidas como “midterm” (a mitad de la legislatura), que de igual manera se realizan el primer martes del mes de noviembre y que tienen por objetivo la elección de los cuatrocientos treinta y cinco miembros de la Cámara de Representantes y la renovación de un tercio del Senado, esto es, treinta y tres de los cien miembros que lo conforman, así como la de los gobernadores de treinta y seis estados (de los cincuenta que configuran los Estados Unidos).
Fue precisamente un 26 de octubre, de un día como hoy, de 1972, cuando se empezó a acuñar el término “sorpresa de octubre”, para hacer referencia a aquel evento, que de forma espontánea o bien de manera deliberada, es presentado ante la opinión pública con el ánimo de influir en el resultado final de unas elecciones que se encuentran en su recta final y que en la mayoría de las ocasiones suele acabar produciendo un resultado distinto del esperado, según las encuestas, hasta ese momento.
Efectivamente, aquel 26 de octubre, entonces jueves, en plena carrera electoral entre el republicano Richard Nixon y el demócrata George McGovern, a doce días vista de las elecciones presidenciales, el entonces consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, en una conferencia realizada en la Casa Blanca, afirmaba, tras una reunión celebrada en París con el líder vietnamita Lê Ðức Thọ, que la paz en Vietnam estaba “al alcance de la mano”.
Aquella “sorpresa” auguraba una paz próxima e inminente (poniendo de esa forma fin a una contienda que se prolongaba desde hacía ya tres años), y que sin embargo no acabaría, hasta abril de 1975, pero que tuvo como consecuencia inmediata un claro triunfo electoral (y la consiguiente reelección) del republicano Nixon, con una de las ventajas más aplastantes en la historia de los Estados Unidos, con dieciocho millones más de votos que su contrincante.
No era la primera vez que esto sucedía, ni tampoco con el resultado que en ocasiones se esperaba. En las elecciones celebradas en 1964, el candidato, Lyndon B. Johnson, que había sucedido un año antes al presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Dallas, se enfrentaba al aspirante del Partido Republicano Barry Goldwater. Semanas antes de llevarse a efecto las mismas, un asesor e íntimo amigo del presidente, Walter Wilson Jenkins, de 46 años de edad, era arrestado por la policía de Washington D.C, acusado de «conducta desordenada», al ser sorprendido con otro hombre en uno de los baños públicos de la capital. Los agentes republicanos intentaron, sin éxito, airear aquel asunto. Antes de que el escándalo fuera publicado Jenkins era obligado a presentar su renuncia al cargo. Tras el suceso, el presidente ordenaba, con carácter de urgencia, realizar una encuesta para ver el impacto que el asunto había tenido en el electorado, siendo el efecto entre los votantes valorado de insignificante.
La sorpresa de octubre de esas elecciones no vendría marcado por dicho asunto, sino por la política internacional, ya que ese mismo día de octubre, Nikita Kruschev, primer ministro soviético era depuesto de su cargo, en Gran Bretaña ganaba las elecciones el Partido Laboral y China probaba con éxito, en el desierto de Lop Nor, un arma nuclear, otorgando con ello el triunfo (con más del 60% de los votos), al sucesor de Kennedy en la Casa Blanca, Lyndon B. Johnson.
En las elecciones de 1980, el presidente Jimmy Carter se presentaba a la reelección frente al candidato republicano Ronald Reagan. La sorpresa de octubre en aquella ocasión giraría en torno a la liberación de los rehenes norteamericanos de la embajada de Teherán en Irán, algo que de haberse producido hubiera relanzado la popularidad del entonces Jefe del Estado, pero que no llegaría a producirse hasta el mes de enero de 1981, cuando juraba su cargo, ya como presidente, Reagan. Se llegó incluso a acusar al equipo de campaña del candidato republicano de lograr un acuerdo con algunos líderes religiosos iraníes para retrasar la liberación de los rehenes, algo que en investigaciones posteriores nadie pudo acabar demostrando.
En las de 1992, el entonces nominado presidente George Herbert Bush (Bush padre) se enfrentaba a Bill Clinton, del Partido Demócrata, a la postre claro vencedor de las mismas al ser declarado como cuadragésimo segundo presidente de los Estados Unidos. En aquella ocasión, la «sorpresa» fue un escándalo que vio la luz, semanas antes, relacionado con la venta de armas a Irán por parte de los Estados Unidos, realizado por el predecesor de George Bush (Ronald Reagan), venta que al parecer ya conocía al ser entonces él su vicepresidente.
En 2000, era desvelado en plena campaña electoral entre el candidato George Walker Bush (Bush hijo) y el vicepresidente Al Gore (del entonces presidente Clinton), por un abogado demócrata de Maine, Thomas Connolly, un asunto sucedido en 1976 por el que, el entonces candidato George Bush había sido detenido por conducir bajo los efectos del alcohol cuando tenía treinta años, hecho que tan solo dos años antes había desmentido ante la pregunta realizada por un periodista. En esta ocasión sin embargo, decidió confirmar la noticia de un arresto producido hacía ya casi veinticinco años. El resultado final de dichas elecciones fue el más ajustado de todos los tiempos, 271-266 siendo necesaria la intervención del Tribunal Supremo para dilucidar cuál de los dos había obtenido los votos otorgados por el estado de Florida.
Y desde el mismo estado de Florida vendría otra de las sorpresas de octubre, en esta ocasión en unas «elecciones intermedias», con el denominado escándalo de Mark Foley, por “conducta impropia”. El congresista republicano por Florida de 52 años, defensor a lo largo de sus más de doce años en la Cámara de Representantes de los más jóvenes era descubierto intercambiando una serie de correos electrónicos, etiquetados como «material delicado», con adolescentes de edades comprendidas entre los dieciséis y los diecisiete años, que trabajaban como becarios en la citada cámara. La consecuencia final de este asunto, sería el desplome de un tocado Partido Republicano y un claro triunfo de los demócratas que conseguían cerca del 52% de los votos totales.
Hay un sinfín de estos quehaceres denominados sorpresas de octubre, como la de 2008 que sacaba a la luz pública la historia de Zeituni Onyango, tía lejana del entonces candidato Barack Obama, que había vivido como inmigrante ilegal en Boston, o los correos de Hillary Clinton, en 2016, utilizando un servidor corporativo sin distinguir lo público del ámbito estrictamente personal.
Para estas elecciones legislativas, del próximo martes 6 de noviembre de 2018, se barajan varias “sorpresas” con las que la administración Trump estaría trabajando, entre las que apuntan con la hipotética intervención militar de EEUU en la Venezuela de Maduro, según afirmaba el alcalde de Chicago RahmEmanuel, ex jefe del gabinete del presidente Barack Obama. De momento, una serie de once paquetes con artefactos explosivos han sido enviados a diversas personalidades afines al Partido Demócrata, mediante correo ordinario, entre los que cabría señalar a Barack Obama, Hillary Clinton, el ex vicepresidente Joe Biden y el actor Robert de Niro.
-«El mundo es un lugar extraño. Siempre el mismo, pero siempre una sorpresa»- (Anthony Bruno; Escritor estadounidense, 1952-2014), y posiblemente en octubre, con mayor motivo si cabe.