OPERACIÓN «CARNE PICADA».

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3 de mayo……………………………….y entonces sucedió que…………………………

……………..,reunidos en aquella sala, los generales aliados ultimaban los detalles sobre la invasión de la isla de Sicilia, prevista para los primeros días del mes de julio de 1943, a la que dieron el nombre en clave de “Operación Husky”, y en la que cerca de doscientos mil hombres distribuidos en siete divisiones de infantería, partiendo desde el norte de África, invadirían las playas de Licata, Gela, Pozzalo y Siracusa, con una extensión cercana a los 213 kilómetros.

Sicilia era considerado un objetivo estratégico de extraordinaria trascendencia, puesto que asegurando el control de la isla, quedaría protegido el tráfico naval de los aliados por el Mediterráneo a la par que constituiría un trampolín que facilitaría un ataque sobre Italia bajo el régimen de Benito Mussolini (socio de la Alemania nazi).

Los oficiales estadounidenses George Patton, Wayne Clark y Matthew Ridgway, así como los británicos Bernard Montgomery, Sir Harold Alexander, Arthur Tedder y Andrew Cunningham eran conscientes que la concentración de efectivos necesarios para llevar a cabo aquella misión no pasaría desapercibida para el servicio de inteligencia alemán, lo cual hacía imprescindible alguna maniobra de distracción.

La defensa de la aludida isla corría a cargo del general Alfredo Guzzoni cuyo subordinado directo era el mariscal alemán Albert Kesselring, ambos con visiones muy diferentes sobre los posibles objetivos de los aliados. Guzzoni, el mismo Mussolini y Vittorio Ambrosio, jefe del Estado Mayor, no tenían duda alguna sobre una incursión aliada por Sicilia, mientras que el mariscal alemán, barajaba otros escenarios como Córcega, Cerdeña o Grecia.

Para acabar de confundir al alto mando alemán, el teniente Ewen Montague oficial de la inteligencia naval británica recuperaba una vieja idea propuesta por el capitán de la Real Fuerza Aérea Británica Charles Cholmondeley, en la que buscando ofrecer a los alemanes una fuente de desinformación, arrojarían al mar un cadáver, vestido como un oficial de la armada portando un maletín con documentos e información detallada sobre un posible ataque sobre las playas de Kalamata en Grecia, operación a la que denominaron “Carne Picada”.

El plan debería no tener fisura alguna en su planteamiento para poder hacer creer al mando alemán que aquel cuerpo encontrado correspondía verdaderamente al de un oficial británico con una información considerada de alto secreto en la que quedaban recogidos movimientos precisos de un desembarco sobre las costas del Peloponeso, adjuntando todo tipo de documentos, oficiales y personales, tendentes todos ellos a procurar el engaño en el enemigo.

El servicio de inteligencia, MI5, fue el encargado de la búsqueda de un cadáver al que dotar de todos los elementos necesarios para que el plan pudiera llegar a buen puerto.

Localizaron el cuerpo sin vida de un indigente, de 34 años, fallecido de una neumonía que al presentar inflamación y fluidos en los pulmones habilitaba la posibilidad de una muerte por ahogamiento en el mar, proporcionándole el patólogo Bernard Spilsbury toda una serie de datos que configuraban una identidad falsa. De esta forma, aquel hombre a partir de ese momento sería el mayor William Martin, nacido en la localidad de Cardiff en Gales en 1907, ataviado con el uniforme correspondiente y un maletín sujeto a su cintura en el que portaba toda la información precisa sobre las presuntas operaciones que se iban a llevar a cabo. Además, para darle mayor credibilidad al asunto, se le agregó fotografías de su prometida (a la que llamaron Pam, que en realidad era una funcionaria integrante del servicio secreto británico, y con quien según las cartas que llevaba, iba a contraer matrimonio próximamente).

El 30 de abril de 1943, a las cuatro de la mañana, el teniente Norman Limbury Jewell del submarino de la Royal, el HMS Sherap, ordenaba a los miembros de su tripulación subir el contenedor, en el que se conservaba en hielo seco el cuerpo del mayor, para abandonarlo en alta mar, a una milla de distancia de la costa de Huelva, al pertenecer esta a un país oficialmente neutral aunque simpatizante de las potencias del eje.

A las siete y media de la mañana de ese mismo viernes el cuerpo era encontrado en las aguas de la playa del Portil por un pescador de 23 años, José Antonio Rey María que lo traía a tierra firme, dando el correspondiente aviso a las autoridades españolas que lo trasladan al cementerio de Nuestra Señora de la Soledad en la avenida de Santa Marta de Huelva, en donde el médico forense Eduardo Fernández del Torno, le realiza la autopsia en la que determina asfixia por sumersión como posible causa de su muerte, aunque tiene dudas sobre el poco tiempo que ha permanecido aquel sujeto en alta mar.

Es el coronel José López Barrón Cerruti, cuya documentación ha quedado bajo su custodia, quien informa del hallazgo a Adolf Clauss, jefe de la Abwehr (inteligencia militar alemana), que antes de notificárselo al vice-cónsul británico fotografía todos los documentos encontrados, dando rápidamente traslado de aquello al alto mando alemán en Berlín.

El 3 de mayo, de un día como hoy, de hace setenta y seis años, era entregado William Martin junto a su documentación a las autoridades británicas que comprobaban, que si bien se había realizado con destreza y sigilo, habían sido abiertas y leídas.

Ese mismo día, era enviado un telegrama urgente a Winston Churchill, en el que se señalaba -“carne picada tragada entera”- (Mincemeat Swallowed Whole). Una buena muestra de aquello era que Hitler ordenaría reforzar Córcega y Cerdeña, enviando de inmediato al mariscal Rommel a Atenas.

El martes 4 de mayo era enterrado el cuerpo de aquel oficial, al que cincuenta y tres años más tarde, gracias al trabajo de investigación llevado a cabo por un funcionario municipal del distrito de Kensington y Chelsea en el centro de Londres, Roger Morgan lograba identificar aquel cuerpo perteneciente a un vagabundo galés llamado Glyndwr Michael, nombre que fue añadido a la lápida del mayor Martin en el cementerio onubense.

El 9 de julio, los aliados desembarcaban y tomaban las costas de Sicilia, precipitando a finales de ese mismo mes la destitución de Mussolini…

Ya lo dejó escrito hace más de 2500 años, el general y estratega militar chino Tzun Tzu en su tratado sobre «El Arte de la Guerra». -“El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando seas capaz de atacar, has de aparentar incapacidad; cuando las tropas se muevan, aparentar inactividad.”-                                                                         

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