6 de septiembre………………….y entonces sucedió que…………………………….
……………..hoy, es el sexto día del noveno mes del año, fecha en la que se celebra el “Día Mundial del sexo”, en una clara alusión a la postura sexual obtenida al combinar ambas cifras correspondientes al día y al mes en la que nos encontramos, el muy popular 69, una manera placentera de retomar estas reseñas tras el correspondiente descanso vacacional, de la considerada reina de las posiciones del Kama Sutra, y que debe su origen etimológico al escritor francés Raymond Queneau que solucionaba la ecuación de la lujuria mediante la suma 1+1= 69, la postura de la máxima igualdad.
El sexo, presente a lo largo de la historia de la humanidad ya aparece en los grabados y pinturas rupestres del Paleolítico, jugando un importante papel en las sociedades de la antigüedad, así como de la Edad Media, y en las cortes de los principales reyes que dirigían por aquel entonces los designios del mundo, dando origen a toda una serie de suculentas anécdotas.
El consolador femenino más antiguo, con una edad aproximada de unos veintiocho mil años, correspondiente al Paleolítico Superior, es el falo de Tübingen, descubierto en el interior de una cueva en Hohle Fels, a una hora de camino en coche al sureste de Stuttgart, en Alemania. Se trata de un objeto cilíndrico esculpido en piedra, extraordinariamente pulimentado, de unos veinte centímetros de longitud por otros tres de diámetro, que han llevado a los expertos a considerarlo el primer juguete sexual de la historia, reforzando la idea de una sexualidad cotidiana, de aquellos hombres y mujeres de las cavernas, que no perseguía únicamente la finalidad de la reproducción sexual, sino también el placer y el deleite de sus participantes.
Los grabados y esculturas hallados en Francia en La Marche o en el abrigo rupestre de Laussel testimonian, además de la cotidianidad del acto sexual, no reservando al parecer espacio íntimo destinado a tales menesteres en los asentamientos prehistóricos, la habitualidad de la homosexualidad tanto femenina como masculina.
Una homosexualidad masculina que estaba bien considerada y aceptada en la Grecia Clásica, no sucediendo curiosamente lo mismo con la femenina y que con el devenir de los tiempos utiliza la denominación “hacer el griego” para describir el acto sexual llevado a cabo entre dos hombres. Durante esta época contamos con innumerables ejemplos, como el de Alejandro Magno y el considerado amor de su vida, su íntimo amigo y comandante Hefestión (lo cual no supondría obstáculo alguno para contraer matrimonio con tres princesas Roxana, Oxiartes y Barsine), o el del “Batallón Sagrado de Tebas”, unidad de infantería de élite griega compuesta por ciento cincuenta parejas de amantes, todas ellas masculinas, cuya única derrota sufrida en toda su historia fue en la batalla de Queronea, en el 338 a. C. precisamente contra Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno.
Asunto particular era el de la ciudad de Esparta, destinada su sociedad a preservar el bien común por encima del interés individual forjando para ello guerreros que velasen por su seguridad e independencia. El matrimonio espartano consideraba la fertilidad su objetivo principal, por lo que la carencia de dicha descendencia legitimaba a la mujer a convivir con otro hombre que le procurase la progenie requerida. Era en esta misma sociedad donde el adulterio de la mujer no tenía consecuencias jurídicas contra ella si el amante era de mayor estatura y envergadura que el marido engañado.
En Roma, la singular forma de ver y entender la sexualidad la convierten en una sociedad particularmente diferente a la de nuestros días. Las relaciones incestuosas así como las famosas orgías o bacanales (en honor del dios Baco) prohibidas por el Senado en el 180 a. C. y la proliferación de burdeles o lupanares, donde en las «fornices» (celdas donde las prostitutas recibían a sus clientes) se “fornicaba”, hacían de Roma una sociedad bastante peculiar. Unas prostitutas cuyo estándar de belleza las hacía mayormente atractivas si mantenían unidas las cejas por encima del tabique nasal llegando a untar en el entrecejo, para hacerlo más poblado, huevos de larvas de hormigas molidas con moscas secas.
Y es que con la desintegración del Imperio Romano en el año 476, y el inicio de la llamada Edad Media, una Iglesia católica represiva consideraba pecaminoso todo lo que tuviera que ver con la propensión al placer carnal ahondando en la necesidad de no ceder ante la tentación de la carne. Aún así, durante los siglos centrales de esta época de la Edad Media, en el periodo conocido como el feudalismo y sus privilegios de clase, existía la costumbre ancestral denominada “derecho de pernada”, en la que los señores feudales se reservaban el derecho de desflorar, la noche de bodas, a las novias de sus vasallos.
Era exclusivamente dentro de la institución del matrimonio donde la Iglesia permitía la realización del acto sexual siempre que fuera con fines reproductivos y en la postura denominada del misionero. El obispo y teólogo Alberto Magno llegó a afirmar que el nacimiento de gemelos en un parto era la consecuencia de un disfrute desmedido por parte de la mujer durante el acto de la copulación.
Aquellas “prostituti” romanas en los reinos peninsulares del siglo XII acabarían siendo conocidas como “rameras”, término utilizado por las comadres para designar a las chicas que trabajaban en sus burdeles o también llamadas mancebías, al colocar en sus puertas visiblemente un ramo de flores, para distinguirlo así del resto de las casas consideradas decentes. Reguladas por pragmáticas reales, Felipe II estableció que al menos hubiera una de estas casas de citas en cada gran urbe de su reino. Aquella joven que quería dedicarse a estos menesteres debía reunir una serie de requisitos, como por ejemplo, acreditar tener más de doce años, haber perdido la virginidad, ser huérfana y no pertenecer a la nobleza.
Será su nieto Felipe IV, sexo adicto y rey putero por excelencia a quien se le atribuye una prole de cuarenta y seis vástagos (trece legítimos), el que acabó por regular, entre otros asuntos, el vestuario de las prostitutas, en las Ordenanzas de Mancebía, para distinguirlas de aquellas otras damas que por la circunstancia que fuere tuvieran que salir de sus casas ya entrada la noche y no ser así confundidas con aquellas de vida licenciosa. De esta forma se estableció que vistieran mantillas cortas de color negro y no mantos enteros, utilizados por las damas decentes, que durante el reinado del rey CarlosIII les obligaría a coser, en los bajos de sus faldas, unos picos de color pardo para distinguirlos de los claros de las damas de bien, popularizándose de esta forma la expresión, “irse de picos pardos”.
Precisamente Luis XIII, casado desde 1615 con Ana de Austria, hermana del monarca español Felipe IV (el putero) tras varios años sin mostrar interés alguno en las artes amatorias y no haciendo uso de sus deberes conyugales, despertando toda clase de habladurías sobre su probable homosexualidad, tras la oportuna protesta de aquella a su hermano, el rey español le transmitía el problema al Papa Urbano VIII quien se lo comunicaba a su nuncio en París que a su vez informaba de este asunto al embajador de Venecia, amigo personal de Luis XIII para hacerle ver la necesidad de un heredero para la corte, mediante un acercamiento hacía su abandonada esposa. Para ello, el nuncio y el embajador junto al monarca, en una habitación secreta, de común acuerdo con la hermana del rey, la duquesa de Vendôme, y su esposo recién casado, le hicieron una demostración práctica.
A pesar de la clase práctica, no sería hasta el 5 de septiembre de 1638, casi veintitrés años más tarde cuando vino al mundo un heredero, que nació con dos dientes, y que un 6 de septiembre, de un día como hoy, de hace 381 años era presentado ante la corte real como Luis XIV y que acabaría siendo conocido como el “rey Sol”.
Conmemoremos pues este Día Internacional del Sexo con imaginación, pues como dijo el escritor mexicano Octavio Paz, -“Hay un personaje invisible y siempre activo en todo encuentro erótico: la Imaginación”.
[Antes de finalizar esta reseña quisiera hacer una mención muy especial para mi hermana Carmen (Pitu) que nos dejó hace casi dos años y que hoy 6 de septiembre hubiera sido su cumpleaños. Siempre presente en nuestros corazones].