DÍA INTERNACIONAL DE LA FELICIDAD

diafeliz (1)

20 de marzo……………………………y entonces sucedió que………………

…………………………..generalmente definida como un “estado de búsqueda permanente”, ha tenido a lo largo de la historia innumerables significados que, a día de hoy, difieren en mayor o menor medida, los unos de los otros. Y es que esa constante búsqueda en alcanzar la felicidad, como valor supremo, es un mecanismo inherente y connatural al ser humano desde sus orígenes.

En Grecia la felicidad era una especie de bien supremo que todo hombre, que se preciara de sentirse dichoso, tenía que poseer. Para Aristóteles la virtud y la prosperidad, para Demócrito, sin embargo, era la liberación de los miedos y para Platón el conocimiento de uno mismo, eran las cualidades necesarias, según ellos, para poder alcanzarla.

Para los espartanos ir al combate era lo que les proporcionaba esa dosis de felicidad, como motivo de orgullo y satisfacción. Eran hombres de honor, valientes, señores de la guerra, capaces de sacrificar su vida por la libertad de su pueblo. Cuenta el historiador Plutarco, como en cierta ocasión una mujer espartana le decía a su hijo, mientras le daba el escudo de su padre fallecido en combate, antes de partir a luchar, -“vuelve con él, o sobre él”-.

En la época del Imperio Romano, se popularizó la expresión “mens sana in corpore sano” (mente sana en un cuerpo sano) del escritor Juvenal, como principio básico para alcanzar la dicha y el bienestar, amén de ciertas actividades lúdicas y placenteras desarrolladas y arraigadas en la sociedad romana.

Sin embargo durante la Edad Media, no todo el mundo tenía este derecho terrenal a sentirse feliz, privilegio que acabaría siendo sustituido por una esperanza de alcanzarlo en otra vida, a través del sacrificio y de todo tipo de padecimientos. Las sabias monarquías absolutistas posteriores conseguirían plasmar toda aquella felicidad de un pueblo en la figura de su monarca, por mandato divino, hasta llegar a los filósofos de la ilustración, como Voltaire y Rousseau que con un concepto más mundanal, abogaron en el derecho que el ser humano tenía de ser feliz, en un momento más actual, más concreto, “aquí y ahora”, abriendo una vía más individualizada para su consecución.

De tal forma que para unos, la felicidad podría consistir en desarrollar ciertas actitudes altruistas, como la generosidad, la bondad y la humildad, y para otros, la consecución de una serie de metas o deseos, bien personales, sociales, familiares o profesionales, eso sí, todos ellos, sin saber siquiera ni cómo, ni de dónde llevarla a cabo, haciéndolo, tal y como dijera Voltaire, -“como los borrachos, que buscan su casa sabiendo que tienen una”-.

En opinión de los expertos, son las emociones agradables lo que causa la sensación de felicidad en las personas, aunque los monjes budistas hace miles de años dijeron que es precisamente la búsqueda de esas sensaciones placenteras la raíz misma de todo sufrimiento, pues al identificar felicidad con esos momentos efímeros agradables, al desaparecer aquellos, ante la consiguiente y necesaria nueva búsqueda, se crea, en el sujeto en cuestión, cierto estado de insatisfacción permanente.

Para el neurofisiólogo colombiano Rodolfo Llinás, en el mismo sentido, “la felicidad es un estado cerebral que afortunadamente dura poco, porque, según señala, si durase más, nos acostumbraríamos a él y dejaríamos de valorarlo”.

En noviembre de 1922, tras haber recibido el Premio Nobel, Albert Einstein, alojado en el Hotel Imperial de Tokio, ciudad a la que había acudido a dar una serie de conferencias, recibía por la noche un par de cartas a su nombre que amablemente traía un mensajero con el uniforme del hotel. Al tratar de darle una propina, este se negaba a aceptarla, de acuerdo con las normas japonesas, por lo que sintiéndose el físico en deuda, le pidió que aguardase un momento. Tras un breve lapso de tiempo Einstein salía de nuevo al marco de la puerta, donde el nipón aguardaba pacientemente, con un par de notas manuscritas que le hacía entrega diciéndole, -“Quizás si tiene suerte este par de notas acaben siendo más valiosas que una simple propina”-.

Teoria de la felicidadEn la primera nota, en una hoja con el membrete del hotel, había escrito; -“Una vida sencilla y tranquila aporta más alegría que la búsqueda del éxito en un desasosiego constante”-. En la segunda, una simple frase; -“Donde hay un deseo, hay un camino”-.

Ambas, consideradas como la “Teoría de la felicidad de Einstein”, fueron vendidas en 2017 en la casa de subastas Winner, de la calle Shatner número 3 de Jerusalén, en Israel, junto a otros artículos personales del físico alemán, por una cantidad cercana al millón y medio de euros, adquiridas por un ciudadano alemán residente en Hamburgo.

La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba en julio de 2012 la resolución 66/281 decretando el 20 de marzo, el Día Internacional de la Felicidad, ratificando así una iniciativa promovida por el pequeño reino de Bután, de ochocientos mil habitantes, escondido entre las montañas del Himalaya, cuyo rey, Jigme Singye Wangchuck, decidía en 1972 medir la felicidad de sus ciudadanos como un indicador más de su economía, utilizando para ello en lugar del Producto Interior Bruto (PIB), el llamado Indicador de Felicidad Nacional Bruta (FNB), asegurando que la felicidad en Bután era, en la práctica, un mandato constitucional.

Celebremos pues este día tan especialmente señalado, a pesar de las circunstancias en las que desgraciadamente nos vemos inmersos, deseando salir lo más pronto posible de esta situación y poder volver a disfrutar de verdaderos momentos de felicidad. Que al fin y a la postre está compuesta de pequeños momentos de alegría.

Ya lo dijo Benjamin Franklin, uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos; –“La felicidad generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”–.

Y en la misma línea, de esa configuración de la felicidad a base de pequeñas cosas, con ese toque de humor genial que le caracterizaba, Groucho Marx decía que, efectivamente;  –“La felicidad está hecha de pequeñas cosas; un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna”–.

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