9 DE OCTUBRE

9doctubre9 de octubre……………………………..y entonces sucedió que………………………

………..la ocupación de Peñíscola por las tropas de Jaime I, rey de la Corona de Aragón, entre agosto y octubre de 1225 inquietaron a las poblaciones vecinas musulmanas y muy especialmente a los habitantes de la localidad de Onda, ubicada al sur, a tan solo noventa kilómetros de distancia, y la de uno de sus nobles, Zayyan Ibn Mardanish, descendiente de un antiguo rey de Murcia, Muhhamad Ibn Mardanish, conocido por los cristianos como el “Rey Lobo”.

Los problemas dinásticos en Al-Ándalus, a la muerte del Califa Yusuf II, y la consiguiente crisis entre los partidarios de los almohades y de los abasíes, propiciaron revueltas sociales en las tierras de Valencia, agravadas en 1227 por un periodo de carestía en las cosechas y la consiguiente hambruna.

Fue aquello lo que decidió a Zayyan a iniciar una guerra contra Abü Zeyt, por aquel entonces rey almohade de la ciudad de Valencia, imponiéndose a este, tras dos años de guerra fratricida, coronándose monarca de la ciudad el lunes 24 de enero de 1229, refugiándose, el rey derrocado, en Segorbe.

Ese mismo año el desterrado Abü Zeyt firmaba un documento de vasallaje con Jaime I por el que a cambio de reconocer su autoridad, convirtiéndose en secreto al cristianismo (bautizándose con el nombre de Vicente Bellvis), le solicitaba su ayuda para expulsar al usurpador y nuevo rey de Valencia, comprometiéndose en su nombre a la conquista y entrega de los castillos más importantes de la zona, como el de Morella, Alpuente, Jérica o el del mismo Segorbe.

En los primeros meses de 1233, en Alcañiz (Teruel), una reunión entre el rey Jaime I, el noble Blasco de Alagón y fray Hugo de Fullalquer, maestre de los Hospitalarios, animaban al monarca a la conquista de la ciudad de Valencia, sugiriéndole don Blasco la toma en primer lugar de la localidad de Burriana.

Era costumbre en la Corona de Aragón que cuando el rey necesitase de sus barones e infanzones, para asedio a castillo o para batalla campal, estos lo socorrieran con pan para tres días, sin mayor aportación, y a los señores que poseyeran honores reales, en el lugar donde el rey residiera, le suministrasen ayuda durante tres meses al año, contando para ello el tiempo empleado en el viaje de ida, la permanencia y el de vuelta.

Y eso fue lo que hizo Jaime I en sus empresas valencianas, entre los meses de mayo a julio de 1233 para la toma de Burriana, recurriendo a sus señores nobles aragoneses entre quienes destacaban los comendadores de Alcañiz y Montalbán, los nobles Rodrigo de Linaza, Jimeno de Urrea, Pedro Cornel y Blasco Maza entre otros.

La ocupación de Burriana abría las puertas para la conquista de otras plazas como la de Nules, Almenara, Uxó y el Murviedro (actual Sagunto), teniendo en el punto de mira el castillo que los musulmanes llamaban Enesa o Yuballa y los cristianos conocían como Puig de Cebolla, próximo a Valencia, a donde Jaime I enviaría a su tío Berenguer Guillén de Entenza, conquistándola en junio de 1237.

Cuenta la leyenda que fue precisamente tras la toma del Puig de Cebolla cuando el fraile mercedario Pedro Nolasco, en el mes de agosto, bajo una campana descubriera la imagen de la Virgen, edificando posteriormente en aquel mismo lugar una iglesia, que luego sería monasterio, el del «Puig de Santa María». El Papa Gregorio IX otorgaba mediante Bula la categoría de Cruzada a la conquista de Valencia, de forma que allí sobre todo acudieron aragoneses, catalanes, navarros, italianos, franceses, ingleses, alemanes y húngaros, bajo promesa de beneficios espirituales y la posterior entrega y reparto de las tierras conquistadas.

No fueron sin embargo muchos los hombres que llegaron hasta aquel lugar, si acaso unos ciento cuarenta nobles de linaje, otros tantos de los llamados almogávares (tropas de élite aragonesas conformadas principalmente por el cuerpo de infantería) y unos mil hombres de a pie, pero en el ambiente podía respirarse el valor de quienes se sienten invencibles.

Ante los escasos recursos frente a una ciudad fuertemente amurallada y con cerca de cincuenta mil personas en su interior, la táctica empleada fue la misma utilizada por el Cid Campeador siglos atrás, conquistando aquellas fortalezas que rodeaban la ciudad de Valencia, impidiendo de esta forma el suministro de víveres, alimentos y agua, y evitando accionar su entramado defensivo.

El cerco a la ciudad de Valencia daba comienzo el día 5 de ramadán de la hégira 635, nuestro jueves 22 de abril de 1238. Cinco meses más tarde recibía Jaime I a un emisario del rey Zayyan, llamado Alí Al-Baqa que le presentaba un acuerdo de paz, ofreciéndole los castillos situados entre el río Turia, Tortosa y Teruel, y una renta de diez mil besantes (moneda bizantina de oro o plata), pacto que el rey aragonés rechazaría pues quería la entrega de la ciudad de Valencia.

El 28 de septiembre de 1238 en el Real sitio, Jaime I y su esposa Violante de Aragón, por parte de la Corona de Aragón y Abú-l-Hamlek, sobrino del rey Zayyan, junto a un traductor, firmaban las capitulaciones de la rendición de la ciudad de Valencia (placa conmemorativa que puede observarse en el actual convento de Nuestra Señora de los Ángeles de los frailes franciscanos ubicada en la calle General Prim nº 3 del barrio de Ruzafa, emplazamiento en el que se hallaba el aludido lugar donde acampó Jaime I a las puertas de Valencia).

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De dicho pacto sobresalen sobre todo tres condiciones; la primera, que los habitantes de la ciudad que deseasen permanecer en ella podrían hacerlo sin ser molestados por sus creencias religiosas; la segunda, que aquellos que deseasen abandonarla podrían llevar consigo todas sus pertenencias sin ser registrados en el momento de su salida; y la tercera, la firme promesa de un salvoconducto y protección hacia aquellos que deseasen marcharse hasta llegar a la localidad de Cullera.

Desde ese mismo momento el pendón real ondearía en la torre de Ali Bufat que más tarde sería el Palau del Temple. Zayyan abandonaba la ciudad el día 8 de octubre. Un día después, el 9 de octubre, de un día como hoy, de hace setecientos ochenta y dos años, Jaime I “El Conquistador” hacía su entrada en el Palacio Real de Valencia.

 -“Y estábamos en la rambla, entre el Palacio Real y la torre y vimos nuestra señera en lo alto de la torre, desmontamos del caballo, miramos hacia el oriente y nuestros ojos se llenaron de lágrimas y besamos la tierra por la gran gracia que Dios Nos había hecho”- [Jaime I]

A toda la Comunidad Valenciana… Feliz 9 de octubre…

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