LOS ATENTADOS DE PARÍS

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13 de noviembre……………………..y entonces sucedió que……………………………

…………………..hay fútbol esta noche en la capital parisina, juegan “Les Bleus” un partido amistoso contra la selección de Alemania, la actual campeona del mundo, en el Stade de France. Al mismo, está previsto que acudan, además del presidente de la República Françoise Hollande y del ministro alemán de Asuntos Exteriores Frank Steinmeier, unos ochenta mil aficionados. Thierry Hardouin, Titi” para los amigos, sub-brigada de la gendarmería francesa del municipio de Bobigny (situado a unos veinticinco minutos en coche al norte de París), a pesar de ser muy aficionado al mundo del balón, no podrá asistir este viernes al encuentro, porque va a acompañar, a la que es su novia desde hace algo más de tres años, Marie Aimée, a un cumpleaños a la que ha sido invitada por una amiga suya, en la exclusiva terraza del café bistró “La Belle Équipe” en el 92 de la rue de Charonne.

Titi y Marie Aimée, tienen además previsto anunciar a los allí presentes su próximo enlace que tendrá lugar el jueves de la semana siguiente, el día 19, en el Ayuntamiento de París.

La cumpleañera, Hodda Saadi, gerente del aludido bistró y amiga de Marie Aimée, ha invitado también, entre otros, a su hermana Halima y su hermano Bashir (Khaled su otro hermano, que también trabaja en La Belle Équipe, le toca hacer el turno de esta noche), y también asiste Djamila Houd esposa de Grégory Reibenberg el dueño del local y Hyacinthe Koma, camarero de Les Chics Types muy amigo de Hodda Saadi.

Hace una noche muy agradable, con una temperatura de unos 15 ºC, poco habitual para esta época del año, que incita a los parisinos a salir a la calle llenando los locales y las terrazas de los distritos diez y once de la capital.

Casi a la misma hora que el sub-brigada parte hacia París desde Bobigny, desde esa misma localidad, siete terroristas hacen lo mismo a bordo de un Renault Clío y un Seat León con matrículas belgas. Un tercer vehículo, un Volkswagen Polo de color negro, a la misma hora también, se dirige desde Albertville, donde han pasado la noche tres terroristas más, hacia la sala de conciertos Bataclan, en el bulevar Voltaire, donde el grupo estadounidense Eagles of Death Metal tiene previsto dar un concierto ante mil quinientas personas.

En el mismo café bistró de la rue de Charonne, se celebran, además del de la gerente, dos cumpleaños más. Justo en la mesa de al lado de estos, hay una pareja, de origen rumano, Lacrimioava Pop y Ciprian Calciu, que ajenos al bullicio existente a su alrededor disfrutan de una velada romántica. Enfrente de ellos, dos inspectoras de aduanas, Cécile de L’isle y Anne Arruebo, que a raíz de su trabajo han hecho muy buenas migas, se disponen a cenar. En una de las mesas del fondo Lamia Mondeguer, de padre bretón y madre egipcia cena con su novio Romain Didier. Una terraza, la de este coqueto bistró, universal, cosmopolita, multicultural y además con una agradable música ambiental que esta noche, ajena a los sucesos que van a suceder, tiene un ambiente extraordinario.

A las nueve y veinte, un asistente al partido de fútbol,  posteriormente identificado como Ahmad Almohammad, sirio, de veinticinco años de edad,  rechazado por el guardia de seguridad Salim Torabaally, al intentar acceder al interior del estadio por la puerta de acceso L, sin llevar entrada encima, y sitúandose próximo a la puerta D, detona su chaleco cargado de explosivos matando a un transeúnte que se encuentra cerca de él. Diez minutos más tarde, a las nueve y media, hace lo mismo delante de la puerta H del estadio, Bilal Hadfi, de veinte años, de origen marroquí y con nacionalidad francesa, con domicilio en Bélgica, hiriendo de gravedad a siete personas.

Entre ambas explosiones, a las nueve y veinticinco, tres hombres armados con rifles de asalto kalashnikov en la rue Alibert, Brahim Abdeslam, Chakib Akrouh y Abdelhamid Abaaoud abren fuego sobre los clientes de Le Carillon y en la rue Bichat, sobre los comensales del popular restaurante camboyano Le petit Cambodge, falleciendo en ambos ataques quince personas.

El irracional caos, producto del ensordecedor y aterrador ruido de las ráfagas de los disparos y los gritos de los allí presentes, se adueña de las calles del distrito décimo, y en palabras de algunos testigos presenciales, -“como si de pronto hubiera estallado la guerra”-. Decenas de heridos son trasladados al cercano hospital que se halla justo enfrente de ambos locales, el de Saint Louis.

Desde allí, el Seat León arranca rápidamente y se dirige por la rue Bichat, hacia la rue de la Fointaine au Roi deteniéndose entre la cafetería La Bonne Bière y el restaurante Casa Nostra, donde de nuevo dos terroristas abren fuego sobre sus clientes, matando a cinco personas e hiriendo de diversa consideración a diecinueve más, marcando las manecillas del reloj las nueve y veintinueve de la noche (un minuto antes de la segunda explosión que va a tener lugar en el estadio).

Seis minutos más tarde, Hodda, Halima, Bashir, Djamila, Titi, Marie Aimèe, Cécile, Anne, Lacri, Ciprian, Lamia, Romain, Hyacinthe y seis personas más son asesinadas a sangre fría y sin mediar palabra alguna, a quema ropa, en la terraza de la Belle Èquipe.

La ciudad entra en pánico. Olor a pólvora y sangre, acompañado de un estruendoso ruido metálico, con centenares de heridos y muchos muertos, en dos distritos parisinos (el diez y el once) llenos de terrazas, cafeterías y bares, y esa noche, de un trece de noviembre, de un día como hoy, de hace cinco años, con mucha más gente por sus calles.

Los tres sujetos tras haber rematado a los heridos se dirigen por el bulevar de Voltaire dejando a uno de sus ocupantes, Brahim Abdeslam a la altura del 253, en la cafetería Comptoir Voltaire, donde entra, accionando su cinturón cargado de explosivos. La detonación, que tiene lugar faltando veinte minutos para las diez de la noche, milagrosamente solo provoca su propia muerte, resultando heridos los clientes que ajenos hasta ese momento no se habían dado cuenta de su presencia.

A esa misma hora llega a las proximidades de la sala Bataclan el Volkswagen Polo que había salido de Albertville, llevando a bordo a Foued Aggad, Ismaël Mostefaÿ y Samy Amimour, nacidos los tres en Francia, hecha la Yihad en Siria y fichados por los servicios antiterroristas franceses. En la puerta de la sala de espectáculos envían un mensaje de texto dirigido a Mohamed Belkaïd, al que es considerado el encargado de la logística de los atentados perpetrados esa noche. El texto escueto pero aterrador;   –“hemos salido, empezamos” –, entrando en aquel lugar abarrotado de espectadores y abriendo fuego, con la cara descubierta e indiscriminadamente, sobre ellos.

El triste balance final arrojará una cifra de 130 muertos y casi cuatrocientos heridos. El único superviviente de los terroristas, Salah Abdeslam, acabaría siendo detenido, en Bruselas, cuatro meses más tarde.

Por toda la ciudad de París, fueron apareciendo pintadas que recogían el lema en latín del escudo de la ciudad, colocándose un grafiti en la plaza de la República en el que podía leerse; -“(París) Fluctuat nec Mergitur”- [Navega entre las agitadas olas sin ser hundida].

Sirva este pequeño recuerdo en memoria de las víctimas de aquellos atentados…

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