LA CARRERA DE SU VIDA

4062021

4 de junio…………………………………..y entonces sucedió que……………………….

……………………….cuando Frank tuvo noticias de que la señorita Frayling, la hija de su jefe, el criador de caballos James Frayling, a falta de un mes, no encontraba jinete para su yegua, de siete años, «Sweet Kiss» (Beso dulce), inscrita para la carrera anual del circuito de Belmont Park, en la ciudad de Nueva York, que iba a celebrarse el 4 de junio, de un día como hoy, de hace noventa y ocho años, armándose de valor se ofrecía, él mismo, para poder realizarla.

Frank Hayes trabaja con los Frayling desde hace casi veinte años, cuando recién cumplidos los quince era contratado como mozo de cuadra. Siempre había querido ser jinete de carreras profesional (jockey), pero conforme fue creciendo tanto su altura como su peso no acabarían siendo los deseables para dedicarse, a dicho cometido, por lo que con el transcurso del tiempo había llegado a convertirse en un excelente adiestrador de pura sangres, y a la yegua inscrita en aquella carrera, Sweet Kiss, la conocía desde que era apenas una potranca.

Por lo general estos jinetes de carreras suelen estar en muy buena forma física, siendo de baja estatura (no más de 1,68) y con un peso muy liviano, entre los 50 y 60 kilogramos, y Frank por aquel entonces, a sus treinta y cinco años, tenía un peso superior a los 64 kilos, por lo que se comprometió firmemente con la señorita Frayling en bajar de peso para poder competir en condiciones óptimas.

La motivación para poder participar le llevaría a perder seis kilos en apenas un par de semanas, a base de realizar una dieta de ayuno muy estricta y realizar además, ejercicio físico de manera persistente.

Aquella prueba, englobada bajo la modalidad de «stepleechase” (carrera de obstáculos), preveía la presencia de doce empalizadas verticales a recorrer en una distancia de dos millas (unos tres mil doscientos metros) en el que las apuestas daban como claro vencedor al jinete Joshua Cosden y su caballo Gimmie, seguido del canadiense Charles Lang vencedor de la prueba el año anterior. Frank Hayes y Sweet Kiss partían con una clara desventaja de 20 a 1 en contra.

Aun así, al llegar al circuito de Belmont el “novato” treintañero no puede disimular su enorme satisfacción y alegría por el debut soñado. Sabe que está ante la carrera de su vida y una vez colocados, en los cajones de los puestos de salida, dice una frase a los allí presentes que poco más tarde se convertiría en toda una premonición,  —“hoy es un buen día para hacer historia”—, y vaya si iba a hacer historia.

El arranque de la prueba es trepidante, los favoritos se colocan rápidamente por delante con tres cuerpos de ventaja sobre el resto con relativa facilidad. Sweet Kiss no ha tenido una buena salida y parece quedarse algo rezagada, pero antes de llegar a los mil metros para sorpresa del público asistente ya se encuentra entre los cuatro primeros.

En la segunda curva, la de los mil quinientos metros, parece irse un poco de su trayectoria, pero con una buena maniobra la yegua de la señorita Frayling corrige la trazada colocándose a la par que el favorito, Joshua Cosden que a falta de media carrera ya le saca, tan solo, medio cuerpo de ventaja.

Gimmie el caballo de Cuarto de Milla castaño de cuatro años, el favorito en todas las apuestas, parece encontrarse más entero, pero Frank Hayes acoplándose al máximo a la silla a los lomos de aquella yegua no deja que aquel se vaya en solitario.

El desenlace es apasionante. La gente se levanta de sus asientos durante los últimos quinientos metros, en los que finalmente y por tan solo una cabeza parece imponerse el debutante a los lomos de una novata participante. Al cruzar la línea de meta, Frank que todavía permanece recostado a los lomos de Sweet Kiss parece susurrarle algo al oído, quizás esas palabras que un entrenador sabe dirigir a quien acaba de hacer un tremendo esfuerzo, probablemente la carrera de su vida. Cuando la señorita Frayling, y algunos familiares, no pudiendo aguantar la emoción saltan a pie de pista para ir a celebrarlo con su jinete ven como aquel cae de su montura desplomándose al suelo.

El doctor de la pista, John Voorhees advertido por la dirección del hipódromo y los encargados del circuito acude rápidamente hacia el lugar donde echado en tierra ha quedado el Jockey de treinta y cinco años, al parecer agotado por el esfuerzo.

El galeno sin embargo determinará su fallecimiento, aquel 4 de junio de hace noventa y ocho años, al parecer en algún momento de la prueba por un fallo cardíaco, como consecuencia del esfuerzo y la emoción del momento y según el diario neoyorkino el Buffalo Morning Express como consecuencia, posiblemente, de la pérdida de peso considerable y estricta llevada a cabo la semana previa a la carrera que le llevó, el mismo día del pesaje de la prueba, a acudir en ayunas, sin haber realizado ingesta de líquido alguno y teniendo que realizar carrera continua para poder entrar dentro de los límites del peso establecido.

Lo misterioso del asunto es que sin poderse determinar con precisión el momento exacto de su muerte se hubiera mantenido firme acoplado a la silla sin caerse de ella (foto que ilustra y que acompaña esta entrada).

Los organizadores en un principio se decantaron por declarar vencedor de aquella segunda carrera del día al caballo que había entrado en segunda posición, pero los juristas informaron que la prueba la ganaba aquel caballo que entrase en primera posición con su jinete cabalgando sobe su montura, no señalando nada al respecto, por lo que Frank Hayes, tal y como había premonizado, acabaría haciendo historia, siendo además el jinete más longevo en ganar una prueba y, sobre todo, siendo el único en hacerlo ya fallecido.

Nadie se atrevería a montar de nuevo a Sweet Kiss, no volviendo a competir nunca más en ninguna prueba, siendo aquella su primera y última carrera, y su primera victoria. Con el tiempo se le empezaría a conocer como Sweet Kiss of Death (el beso dulce de la muerte).

—“La muerte es el capítulo de la vida que no escribiremos»— [Inventar el mundo es lo más maravilloso que hay]” de Gabriel García Márquez (marzo de 1987).

Menos Frank Hayes que con su muerte, escribió ese capítulo al hacer la «carrera de su vida»…

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