LA PISCINA DEL HOTEL MONSON

20210618

18 de junio………………………..y entonces sucedió que………………………………..

………………han pasado nueve años desde que aquel 17 de mayo de 1954 la Corte Suprema estadounidense dictase sentencia favorable a los intereses de la estudiante Linda Brown, mediante demanda interpuesta por su padre, Oliver Brown, contra el Consejo de Educación de la localidad de Topeka, en Kansas, poniéndose fin, de esta forma, a la segregación racial en todas las escuelas públicas, y sin embargo, a pesar de aquel dictamen, en la localidad de San Agustín, en Florida, a unos cuarenta y cinco minutos de trayecto en coche al sur de Jacksonville, desde entonces, solo seis niños de color han sido admitidos en escuelas para estudiantes blancos.

San Agustín seguía siendo blanca, muy blanca, demasiado blanca. Dos de las casas de las familias de aquellos seis niños escolarizados habían sido devoradas por las llamas, de unos incendios, que en opinión de la mayoría de quienes vivían en aquella pequeña localidad, habían sido “provocados”, e incluso algunos familiares, de los otros cuatro, se habían visto obligados a abandonar el condado al haber sido despedidos de sus respectivos trabajos, por lo que en San Agustín todavía continuaban existiendo escuelas para blancos y para negros.

Una veintena de estudiantes de color, del Florida Memorial College, incitados por el dentista local afroamericano Robert Hayling organizaban una sentada, en señal de protesta, el 18 de julio de 1963, a las puertas del Woolworth, uno de los restaurantes del centro comercial «Ponce de León». Algunos de estos, sentados en el mostrador donde se servían los almuerzos para blancos, pedían que les trajeran unas hamburguesas, ante la negativa de la dirección del establecimiento, que daba aviso a la policía, la cual procedía a identificar y detener a todos aquellos, acusados de un delito de alteración del orden público.

De entre aquellos veintitrés jóvenes, siete eran menores de edad. El juez Charles Mathis tratando de llegar a un acuerdo con estos menores, les proponía, para proceder a su liberación, la realización de un acuerdo escrito, rubricado por ellos y por sus padres, con la firme promesa de abstenerse de volver a participar en manifestación o protesta alguna hasta alcanzar la edad de los veintiuno.

Cuatro de ellos, dos chicos y dos chicas, Samuel White de catorce años, JoeAnn Anderson de quince y Audrey Edwards y Willie Carl Singleton ambos de dieciséis, se negarían a firmar aquel acuerdo por lo que el juez determinaba que fuesen enviados a reformatorios donde pasarían los siguientes seis meses. Seis meses de privación de libertad por haber ocupado un mostrador destinado a clientela exclusivamente blanca, y en otros casos por el mero hecho de haberse sentado a las puertas del restaurante, era demasiado castigo para aquellos críos, tal y como denunciaba la estrella afroamericana del béisbol (a sus cuarenta y cuatro años recientemente ingresado en el salón de la fama) Jackie Robinson, ante varios medios de comunicación estatal, con las consiguientes protestas a nivel nacional.

El gobernador de Florida, Cecil Farris Bryant, ante la consiguiente escalada de protestas que aquel caso suscitaría liberaba el 14 de enero de 1964 a los conocidos, desde entonces, como “los cuatro de San Agustín”.

Este suceso despertaría las simpatías del reverendo Martin Luther King líder de “la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur” (SCLC), defensora de los derechos civiles de los afroamericanos, que tratando de mantener en el centro de la atención mediática a aquella localidad decidía realizar allí una serie de actos de protesta.

El 11 de junio de 1964, Martin Luther King junto a varios activistas como Robert Hayling, Ralph Abernathy, Cordy Tindell Vivian, Andrew Young, Hosea Williams y Fred Shuttlesworth se personaban en el hotel Monson Motor Lodge, situado en el 32 de la Avenida de Menéndez de San Agustín, para acceder a su restaurante reservado exclusivamente para clientes blancos, acompañados de varias cámaras de televisión y reporteros gráficos que eran testigos presenciales de la negativa de su director, James Brock a dejarles acceder al interior del mismo, cortándoles el paso en las escaleras del aludido lugar donde finalmente eran arrestados.

Desde la cárcel, Martin Luther King escribía a su amigo, el rabino Israel Dresner de New Jersey, para que enviara a aquel lugar el mayor número de rabinos posible y así poder organizar un movimiento masivo de protesta. Durante los siguientes siete días fueron llegando a la ciudad floridana numerosos rabinos y hombres blancos en lo que se vendría a denominar el “Movimiento de San Agustín”.

El 18 de junio, de un día como hoy, de hace cincuenta y siete años, un grupo de hombres y mujeres integracionistas, alojados como clientes en aquel hotel, en donde una semana antes había sido detenido el reverendo King, invitaba a otros de color, a bañarse en la piscina con ellos, en un baño estratégicamente organizado.

El director del hotel Jimmy Brock ante la negativa de salir fuera de la piscina de aquellos bañistas no deseados por su establecimiento y haciendo caso omiso incluso de la presencia policial, decidía poner fin a aquel chapuzón arrojando ácido muriático a la piscina (momento que acompaña esta reseña con una fotografía tomada por Horace Cort), no produciendo sin embargo el efecto deseado, ya que uno de los bañistas, sabiendo que la cantidad de ácido era mínima para el agua de la piscina advertía al resto del bajo peligro del mismo. Al día siguiente el senado norteamericano daba luz verde para agilizar la tramitación de la ley que acababa con la segregación racial.

Como consecuencia de la difusión de las imágenes de estos incidentes el 30 de junio el gobernador de Florida Farris Bryant anunciaba la creación de un comité integrado por blancos y negros para restablecer la comunicación interracial entre ambas comunidades.

El 2 de julio el presidente Lyndon Baines Johnson aprobaba la Civil Rights Act (Ley de Derechos Civiles) prohibiendo desde aquel mismo momento toda discriminación y segregación racial.

Ese mismo año, tres meses más tarde, Martin Luther King, a sus treinta y cinco años era galardonado con el Premio Nobel de la Paz. 

“ La paz no es sólo una meta distante que buscamos, sino el medio por el cual llegamos a esa meta”— [Martin Luther King]

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