DESACATO…INNAMORATO

25REDJN

25 de junio………………………y entonces sucedió que…………………………………

………esta es la historia de un asunto delicado, que llegaría a constituir un verdadero escándalo en su época, que tuvo lugar durante el mes de junio de 1502 y que dada la complejidad, de la cuestión suscitada, llevaría incluso a las partes implicadas a solicitar la intervención de los mismísimos reyes, “Los Católicos”, para poner fin a aquella más que espinosa e incómoda situación creada.

El protagonista de este affaire Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, futuro marqués de Cenete, hijo natural de Pedro González de Mendoza, el gran cardenal (al que por su influencia en la corte se le conocía como el “tercer rey de España”) y de Mencía de Lemos, acompañante de la reina Juana, nacido en 1462 y que acabaría siendo legitimado por su padre, ante la reina Isabel, al cumplir este los trece años de edad.

El gran cardenal tendría, seis años más tarde, en 1468 con la citada dama, Mencía de Lemos, otro hijo, Diego, señor de Almenara, nombrado en 1520 Virrey de Valencia. Habría un tercer hijo más, Juan Hurtado de Mendoza, otro desliz del cardenal, habido con Inés de Tovar, por lo que la reina Isabel, no sin cierta ironía, al hablar de aquellos, los llamaba “los lindos pecados del cardenal”.

Rodrigo, ya como marqués de Cenete, en 1502, a su regreso victorioso de su primer viaje a Nápoles, tras haber defendido con bravura los dominios del rey Fernando y del que por aquel entonces sus andaduras amorosas ya eran casi tanto, o más conocidas, que su habilidad con la espada, quedaba, a sus cuarenta años prendado de la belleza de María, hija de Alonso de Fonseca y Avellaneda y María de Toledo, de quince años de edad.

 Era María además sobrina del arzobispo de Sevilla, para quien su padre tenía previsto otros planes, al querer casarla con su primo, Pedro (Ruiz de Fonseca), hijo de su hermano Antonio y heredar así el “mayorazgo”, fundado por el arzobispo, y que según las leyes de la época solo podía ser transmitido por vía masculina.

El flechazo fue mutuo. María igualmente cayó cándidamente rendida ante aquel galán, de fácil locuacidad y verborrea, que no dudaría, un 25 de junio de un día como hoy de hace quinientos diecinueve años dirigirse hacia el palacio de Coca, donde los Fonseca tenían su residencia, para solicitar la mano de la bella dama.

Quiso el destino que aquella mañana no estuviera presente don Alonso (el padre, con otros planes, y de viaje en otras tierras) y que la madre de aquella viera con buenos ojos dicho enlace con el marqués, del que decían además, gozaba de la estima y protección de la mismísima reina.

Cuatro días más tarde, el día de San Pedro, en el palacio de Coca, María de Toledo, la madre de la novia firmaba una cédula matrimonial otorgando su consentimiento a dicho enlace que se celebraría allí mismo.

Cuando a Alonso de Fonseca, le llegaron noticias de aquella celebración, partía raudo hacía su castillo en donde ordenaba invalidar inmediatamente aquel acuerdo matrimonial solicitando intervención de la mismísima reina Isabel, mientras mandaba confinar a su mujer y a su hija en el castillo de Alaejo hasta que ambas se advinieran a entrar en razón. Disolviendo aquella celebración con celeridad.

La reina por su parte, hacia lo propio con el marqués, que reconociendo su profundo amor hacía la que consideraba su esposa se negaba a obedecerla, llegando a solicitar en aquel asunto la intercesión del arzobispo de Toledo, el Cardenal Cisneros, confesor de la reina, desatando la ira de La Católica que ordenaba su detención y encierro en el castillo de Cabezón de Pisuerga, en donde permanecería retenido, sin obtener clemencia hasta el fallecimiento de la propia reina que tendría lugar en el mes de noviembre dos años más tarde.

Mientras tanto, el padre retomaba los contactos para la celebración del matrimonio previsto, solicitando al Papa Julio II la dispensa necesaria dado el grado de parentesco habido entre los novios. Y aunque la novia y su madre enviaron numerosas misivas a la reina de nada servirían sus súplicas.

En diciembre de 1503 ya estaba todo dispuesto para la ceremonia que sin embargo se celebraba, con seis meses de retraso, el 21 de junio de 1504, al parecer ante las noticias que le habían llegado al novio contrayente, por parte del mismo Rodrigo, confesándole haber consumado su matrimonio con María, un pequeño detalle a tener en cuenta que sin embargo no desanimaría al decidido padre que por su parte hacía creer a la triste y desconsolada novia, que su amado Rodrigo había muerto ejecutado en sentencia firme.

Celebrado el enlace la novia se recluía en sus aposentos negándose a recibir al novio al que llegaría a amenazar de muerte si le ponía la mano encima. Fue cuando alguien le hacía llegar la noticia de que Rodrigo permanecía vivo.

Muerta la reina, Fernando de Aragón, como regente de Castilla mantendría encerrado a Rodrigo, a pesar de este, suplicarle repetidamente clemencia. Pero la muerte de Isabel trajo un nuevo escenario a Castilla y a Felipe, el Hermoso, que reclamaba el trono de su mujer Juana, declarada incapaz para gobernarlo.

La muerte de Alonso de Fonseca, en agosto de 1505 relajaba la situación creada, aunque en su testamento desheredaba a su hija María en el caso de no cumplir el matrimonio concertado con su primo Pedro. Fernando el Católico mientras ordenaba el encierro de María Fonseca en Zamora y posteriormente en el monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid para que el Consejo Real decidiera sobre el asunto de la validez de aquellos dos matrimonios, liberando a Rodrigo de su cautiverio, que acudía directamente a visitar al Papa, suplicando su mediación.

La repentina muerte de Felipe el Hermoso en septiembre de 1506 al beber agua fría estando sudoroso tras jugar un partido de juego de pelota castellano convulsionó más si cabe el panorama político, momento que era aprovechado por Rodrigo para liberar a la novia de su cautiverio burgalés llevándosela hacia tierras valencianas. Aquella osadía pudo salirle cara al marqués, que recibiría sin embargo de el Católico (ya como regente en solitario y preocupado en otros menesteres) su ansiado perdón, pudiendo, por fin, legalizar tan ansiado matrimonio, cuando un 9 de septiembre de 1514, en Ayora ambos contrayentes estampaban su firma en un documento reconociendo sus capitulaciones matrimoniales.

El matrimonio entre Rodrigo y María tendría dos hijas (Mencía y María), no separándose nunca más. Hasta el 22 de febrero de 1523 momento en el que en Valencia fallecía Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza.

Sin renunciar a su amor, enfrentándose a las más altas instituciones, desafiando a los mismísimos reyes y familiares, de lo que en su momento fue un escándalo en la corte. Haciendo bueno el dicho;

Pensando en mi felicidad, me acordé de tu persona”— (anónimo).

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