EL ESCANDALO OLÓZAGA

5NOV

5 de noviembre………………………………y entonces sucedió que……………………

……………promovido por la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, de carácter benéfico cultural y sin ánimo de lucro, creada en 1775 por el rey Carlos III, en 1835 (dos años después de la muerte de Fernando VII), el antiguo Ateneo español cambiaba su denominación por el de Ateneo Científico y Literario, siendo sus principales socios fundadores  Salustiano Olózaga, Antonio Alcalá Galiano, Francisco López Olavarrieta, Francisco Fabra, Ramón de Mesonero Romanos, el duque de Olivas y Juan Manuel de los Ríos.

Su primera junta tenía lugar precisamente un 5 de noviembre, de un día como hoy, de 1835 en el que era elegido presidente Salustiano Olózaga, natural de Oyón, provincia de Álava, protagonista de una meteórica carrera política que le llevaría, ocho años más tarde, a la presidencia del Consejo de Ministros para caer rápidamente en desgracia por uno de los escándalos más sonados en la época del reinado de Isabel II.

No puede obviarse que la aludida Isabel, desde el mismo momento de su nacimiento, 10 de octubre de 1830 se convertiría en una fuente inagotable de habladurías y controversias. Fruto del matrimonio entre Fernando VII y su sobrina carnal María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, antes de fallecer aquel, promulgaba la llamada Pragmática Sancionadora que derogaba la ley Sálica que impedía acceder al trono a las mujeres, para así, ser nombrada heredera de la Corona en detrimento del entonces hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón, el sucesor al trono hasta aquel momento, origen de las futuras guerras Carlistas.

Salustiano Olózaga comulgó desde bien joven con la ideología liberal que le llevaría a ingresar en el Partido Progresista del que acabaría siendo su jefe político y que como consecuencia de los vaivenes y desvaríos políticos del “Deseado”, alternando periodos liberales y constitucionalistas con el más férreo de los absolutismos, se vería obligado a huir al extranjero en varias ocasiones.

Declarada en 1843, la mayoría de edad de Isabel, sería investida reina de España, con el título de Isabel II, dándose por concluida la segunda regencia del general Espartero de la que al parecer el mismo Salustiano Olózaga tuvo un papel más que determinante provocando la caída de aquel, siendo nombrado presidente del Consejo de Ministros a propuesta del entonces presidente del gobierno, Joaquín María López de Oliver, al considerarlo un político de prestigio, representante del ala más moderada del progresismo.

Isabel II, que había crecido sin formación alguna, a sus trece años se vería obligada a asumir unas responsabilidades para las que en modo alguno estaba preparada, y de la que, para describir su carácter y forma de ser, algunos historiadores, como José Luis Comellas García–Llera utilizaron, entre otros calificativos, los de ser «maja, espontánea, desenvuelta, castiza, amable, con mucho sentido del humor, chabacana y un poco ordinaria» y para el escritor Fernando González Doria los de ser además «marchosa e ignorantona», consecuencia de una educación escasa y descuidada, siendo altamente «manejable y manipulable».

Para el escritor Ricardo de la Cierva en su novela “El Triángulo; Alumna de la Libertad. Adolescencia y perversidad de Isabel II: Los cuatro primeros amantes” finalista Premio Planeta en 1988, llega a describir que –Tiene la reina una pasión que la domina, un fuego de Venus que la devora, sobre todo en presencia de Marte o los remedios de Marte, y el mal…”-

Se acostaba a las cinco de la mañana y amanecía a eso de las tres de la tarde, con las consabidas críticas que aquella licenciosa vida conllevaba. Desde muy joven se le conocerían multitud de amantes, entre otros el general Serrano, al que denominaba el “general bonito”, nombrado por Salustiano Olózaga, entonces presidente del gobierno, Ministro de la Guerra en 1843, o el cantante José Mirall, el compositor Emiliano Arrieta y según las malas lenguas de la época, señalaban al mismísimo Salustiano Olózaga, responsable, según otros, de ser el causante de la perversión de la reina, ella con doce y él con treinta y ocho.

Nombrado Olózaga presidente, formaba gobierno monocolor compuesto exclusivamente por progresistas suscitando el rechazo del Congreso, de mayoría moderada, que contrarrestaba aquella medida con la elección del conservador Pedro José Pidal como presidente de la Cámara Baja, algo que enervaría los ánimos del recién nombrado presidente del gobierno, que en la madrugada del martes 28 de noviembre de 1843 hacía acto de presencia, por las bravas, en la alcoba de la reina.

Según escribiría de su puño y letra Isabel II, en documento leído días más tarde por el notario mayor del reino, el moderado González Bravo, el 5 de diciembre, ante la Cámara Baja, un Olózaga claramente alterado, accedía repentinamente en los aposentos de su majestad conminándola a firmar el decreto de disolución de las Cortes para poder, de esta forma, realizar la consiguiente convocatoria de elecciones, negándose ella a hacerlo, según manifestaba, llegando aquel, ante su negativa, a echar el cerrojo de la puerta de la estancia y “agarrándola del vestido, tomar su mano, intentando forzarla para rubricar el susodicho escrito, consiguiendo de esta forma el decreto en cuestión, compeliéndole, antes de irse, a realizar la promesa de no contarle a nadie nada de lo allí acontecido, algo de lo que la reina aseguraría no haberse comprometido en modo alguno.

Olózaga negaría los hechos relatados.

Al día siguiente, como consecuencia del revuelo creado, ante una acusación de tanta gravedad Salustiano Olózaga huía a Portugal y posteriormente a Francia, de donde no regresaría hasta pasados cuatro años. Fue uno de los activistas más participativos en acabar con el reinado de la reina Isabel II con la Gloriosa Revolución de 1868.

El 26 de septiembre de 1873 fallecía en París como embajador de España en Francia. La Sede de la embajada francesa en España está situada en el número 9 de la calle que lleva su nombre, en el barrio de Recoletos en el distrito de Salamanca, en Madrid.

-“Mi honra no puedo sacrificarla. He de aparecer inocente ante el mundo aunque fuera en la escalera de la horca”- [Salustiano Olózaga Almandoz] 29 de noviembre de 1843.

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