LA PRIMERA EMPRESARIA.-

19NV

19 de noviembre………………………..y entonces sucedió que…………………………

………….no era lo habitual para los tiempos que corrían, pero el matrimonio conformado por Isabel Gualbes Pastor y Joan Llull Dusay había decidido en 1436, con el nacimiento de su primer hijo, al que llamaron Romeu, darle la mejor formación posible, tanto a él como a todos los que Dios tuviera a bien concederles, que finalmente acabarían siendo cinco, tres chicos y dos chicas, el ya mencionado primogénito Romeu Joan, Caterina, Francesc, Joana y Pere, enseñándoles a todos ellos, sin distinción de sexo, a leer y a escribir, y realizar operaciones básicas matemáticas.

Joan e Isabel pertenecían a una familia de ricos mercaderes de la antigua Corona de Aragón, establecidos, desde hacía varias generaciones, en la ciudad de Barcelona y que se alternarían brindándoles a sus hijos las herramientas necesarias para defenderse, con cierta solvencia, en el difícil mundo de los negocios.

Caterina Llull a sus veinte años contraía matrimonio con Joan Sabastida, comerciante y funcionario real, vecino del mismo barrio barcelonés en el que vivía, “el de La Ribera” (donde se desarrollaba entonces la principal actividad económica de la ciudad condal), nombrado poco tiempo después presidente de la Cámara de la Reina en Sicilia, marchando para allí el matrimonio que se acabaría instalando en la ciudad siciliana de Siracusa.

Era Siracusa una ciudad cosmopolita, situada en la parte más oriental de la isla a cuyo puerto arribaban barcos y galeras procedentes de todo el mar Mediterráneo distribuyendo por diferentes rutas, diversos productos, desde trigo hasta esclavos procedentes del Norte de África.

Años de bonanza y de enriquecimiento patrimonial del que Joan quiso hacer partícipe a su mujer, casi desde el mismo momento de su comienzo, llevando tanto la contabilidad del hogar como de ciertas actividades mercantiles a lo largo del Mediterráneo, entre Barcelona (donde permanecían sus hermanos Francesc, Joana y Pere), Nápoles (donde se había instalado finalmente su hermano Romeu) y Siracusa.

En 1471 fallecía Joan Sabastida, dejando a Caterina, a sus treinta y un años, viuda con cuatro hijos (Elionor, Joan, Cecilia y Joana) heredera de sus bienes, al frente de todos sus negocios comerciales como administradora de los mismos, tarea nada sencilla para una mujer de aquella época que se vería prontamente inmersa en numerosos pleitos para obtener el reconocimiento de los bienes y de los títulos confiados por su difunto marido y de los que saldría airosa, demostrando tener conocimientos más que suficientes no solo de las transacciones puramente mercantiles sino también de aquellos aspectos legales derivados de los mismos, consolidándose como una comerciante exitosa.

De sus avatares y problemas legales en la Gran Corte de Palermo deja constancia la correspondencia mantenida con su hermana Joana en la que le detalla lo difícil que es “abrirse paso, siendo mujer, en el mundo del comercio, que se mueve entre la acción de los hombres y la de Dios!”—.

Muchos vieron una oportunidad de despojar a la viuda de parte de sus ramificaciones y rutas comerciales consolidadas, no contando con la determinación de aquella mujer que sin llegar a perder la compostura no se dejaría vencer por el desánimo ni por las adversidades, muy al contrario.

Fue necesaria una audiencia con la misma reina Isabel La Católica, reina consorte de Sicilia al estar casada con Fernando II de Aragón (el Católico) que la recibía en 1472, dando validez y finiquitando aquellas cuestiones suscitadas que ponían en entredicho las titularidades otorgadas en el testamento de Sabastida.

Tras diez años de éxitos comerciales, Caterina regresaba a la ciudad condal en donde se establecería hasta su fallecimiento, a los cincuenta y cinco años de edad, en 1495, siendo considerada “la primera mujer empresaria del mundo occidental”.

Hoy, 19 de noviembre, desde que el Consejo de Naciones Unidas lo aprobase en  el año 2014 se celebra el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, reconociendo así, el valor de todas esas mujeres que, pese a los obstáculos y las dificultades que existen en el ecosistema empresarial, deciden, con determinación, abrirse paso en el complicado mundo de los negocios.

Mujeres diversas y apasionadas, en búsqueda constante de su desarrollo profesional y personal, tratando de cumplir viejos sueños y aspiraciones.

Para la estadounidense Ingrid Vanderveldt creadora del movimiento “Empowering a Billion Women (EBW)” y miembro del Consejo Global de Emprendedores de Naciones Unidas, la gran diferencia entre hombres y mujeres a la hora de iniciarse en esta andadura es que —“los hombres no esperan a tener todos los recursos o la información para crear empresas, simplemente no se lo piensan y se lanzan. Por el contrario, las mujeres quieren estar totalmente preparadas y conocer al 100% aquello de lo que van a hablar” —. 

Así que un día como hoy, #DíaInternacionaldelaMujerEmprendedora, alentemos a aquellas mujeres indecisas para que no tengan miedo en asumir riesgos, la piedra angular de los imperios, según afirmaba Estée Lauder (creadora de Estée Lauder Companies), no sin cierta dosis de coraje, que para la escritora Ruth Gordon es un músculo que se fortalece usándolo, y con mucho valor, que según afirma la escritora Mary Anne Radmacher, no es siempre sinónimo de rugir sino que a veces se presenta como una pequeña voz tranquila que al final del día te dice, “lo intentaré nuevamente mañana”, sinónimo pues de perseverancia.

Y sobre todas las cosas tratando de hacer siempre lo que a un@ más le guste…

—“Poder hacer de manera profesional lo que mejor se me daba ha sido el privilegio más grande que existe. Cuando lo conseguí, el éxito me encontró”—. [Debbi Fields, fundadora de Mrs. Fields Bakeries].

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