«LA LIBERTAD ILUMINANDO EL MUNDO»

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28 de octubre………y entonces sucedió que…………………………………………..

………………a la cena en Glatigny acudían aquella noche del 21 del mes de abril de 1865 un nutrido grupo de intelectuales, invitados por Édouard de Laboulaye, político parisino contrario a la dictadura de Napoleón III, fiel defensor de la libertad y sobre todo, del modelo instaurado por las colonias Inglesas que, con su declaración de independencia, de la enemiga acérrima Inglaterra, había dado lugar al nacimiento del primer país democrático del mundo, los Estados Unidos de América.

No es de extrañar pues que gran parte de la conversación de aquella noche girase en torno a aquel país, que en sus primeros casi cien años de vida había sufrido una guerra civil, entre sus estados del norte y del sur, con el trasfondo de la abolición de la esclavitud, principal motivo de la discordia, y que había finalizado recientemente, el pasado día 9 de ese mismo mes, cobrándose la vida de quien había sido el principal defensor de la libertad de los esclavos, su decimosexto presidente, Abraham Lincoln, asesinado seis días más tarde de la firma del armisticio.

Laboulaye propuso, con un discurso que emocionó a los allí presentes, tener un gesto de acercamiento con aquellos, a modo de homenaje y de mutua consideración, entre ellos, reconocidos como la primera nación del llamado Estado Moderno con el primer país democrático del mundo, y que fuera más allá de unas simples palabras conmemorativas, colmadas de cumplidos y de buenas intenciones, como un símbolo de hermandad entre ambas naciones.

Y entre las diferentes ideas barajadas, el escultor Frédéric Bartholdi, amigo personal del organizador de aquella cena propuso rescatar un proyecto que tenía abandonado en el cajón de su mesa de trabajo, ofrecido en su día al Gobierno de Egipto, llamado a presidir la entrada del Canal de Suez en su inauguración.

El boceto ideado por el escultor alsaciano consistía en una figura femenina, de unos diecinueve metros de altura, una beduina, que desde su posición, con un faro en una de sus manos, tendría la misión de guiar a los barcos a su entrada, una especie de “Colosa de Rodas”,  de un proyecto que sin embargo sería finalmente rechazado por el mismo gobernador de Egipto, Mehmet Alí, al considerarlo demasiado costoso.

De esta forma, daba comienzo una majestuosa obra que acabaría siendo considerada como uno de los símbolos contemporáneos más reconocidos, llamada para mostrar al mundo el camino correcto, y con unas dimensiones finales, sin incluir su pedestal, de cuarenta y seis metros de altura, bautizada en un principio como “La Libertad iluminando el Mundo” y que finalmente acabaría siendo conocida simplemente como la «Estatua de la Libertad».

En los primeros esbozos, la diosa, inspirada en la cultura clásica, sostenía en alto, en una de sus manos, una antorcha, llevando en la otra unas cadenas rotas, símbolo de la abolición de la esclavitud, que posteriormente serían sustituidas por unas tablas con la fecha de la independencia de los Estados Unidos, en una imagen que despertaría, menos controversia, colocando las aludidas cadenas a sus pies.

La estructura interna de hierro forjado, sobre la que descansaría la estatua, fue diseñada en un primer momento por Eugene Viollet le Duc, pero tras su repentino fallecimiento acabaría siendo mejorada y terminada por quien años más tarde crearía otro símbolo, sin igual, para el Estado de Francia, Gustave Eiffel. Dicha estructura vendría recubierta con placas de cobre.

La estatua terminada completamente en 1884, acabaría siendo expuesta en el Parque Monceau, hasta el 4 de julio de ese año, haciéndola coincidir con la fecha conmemorativa del Día de la Independencia de los Estados Unidos, en una ceremonia en la que, oficialmente, Francia hacía entrega de la estatua al pueblo estadounidense.

Desmantelada en trescientas cincuenta piezas, partía desde el puerto de Le Havre, a bordo del Isère, el 21 de mayo de 1886, arribando al de Nueva York dos meses más tarde, el 17 de junio, siendo acompañado en su entrada por más de noventa barcos celebrando su llegada.

 El lugar elegido para ubicarla sería la isla de Bedloe donde se levantaba Fort Wood, una antigua fortificación en forma de estrella de once puntas que protegía Nueva York de un posible ataque enemigo, sobre la que se construía un pedestal, obra de Richard Hunt.

El 28 de octubre, de un día como hoy, de 1886, el presidente Grover Cleveland junto al vicepresidente del Senado francés Frédéric Desmons inauguraban la estatua a la que subida desde el balcón de su antorcha, el escultor Bartholdi retiraba el velo que cubría el rostro de aquella, del que se dice se sirvió del de su madre, Charlotte como modelo para su diseño (aunque este aspecto tiene otra teoría que afirma que se basa en la cara de Isabella Eugenie Boyer, viuda de Isaac Singer, y que figura en la fotografía que encabeza esta reseña).

Con la apertura en 1892 de la aduana de inmigrantes en la vecina Isla Ellis, la estatua se convertiría en el símbolo de todos aquellos que emigraron a los Estados Unidos en busca de una mejor vida.

Declarada en 1984 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

A sus pies fue colocada una placa de bronce con un poema redactado por Emma Lazarus, encargado en su día por Joseph Pulitzer, en el que puede leerse;

— “Dadme a vuestros cansados, a vuestros pobres, a los que anhelan respirar libertad, a los desdichados rechazados de tu orilla rebosante” —.

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