LAS MADRES DE LA PLAZA DE MAYO.-

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24 de marzo……………………..y entonces sucedió que………………………………….

………haber estado cerca de dieciocho años en el exilio (desde 1955), le otorgaba, en las elecciones presidenciales celebradas en septiembre de 1973, a las que se presentaba nada más regresar, un holgado triunfo con casi el 62 % de los votos emitidos, lo cual le confería, con aquel, su tercer nombramiento como presidente de la nación argentina.

Al mes siguiente, tras tomar posesión del cargo, el mismo día que cumplía los setenta y ocho, el 8 de octubre, Juan Domingo Perón reunía un gabinete de crisis reclutando a funcionarios de su gobierno, militares y policías, creando la temible triple A (Alianza Anticomunista Argentina), situando al frente de la misma a su secretario, el “brujo” José López Rega.

El objetivo de la Alianza era el de enfrentarse a los enemigos de un Estado que se encontraba en guerra, necesitando valerse, para su salvaguarda, de todos aquellos medios que fueran necesarios.

El 1 de julio del año siguiente, diez meses más tarde, fallecía el presidente, sucediéndole su esposa y vicepresidenta, María Estela Martínez Cartas de Perón, “Isabelita”, con nula capacidad y falta de personalidad para gobernar un país que se encontraba ya, por aquel entonces, muy convulso y dividido y en el que tan solo permanecería veinte meses.

Durante la noche del 24 de marzo, de un día como hoy, de 1976, una Junta Militar dirigida por el general Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Orlando Agosti, daba un golpe de estado derrocando al gobierno de una «Isabelita Perón» que era detenida esa misma noche, sobre la una de la madrugada, comenzando el conocido como «Proceso de Reorganización Nacional». Aquella Junta Militar, días más tarde, nombraría presidente de la República al general Videla.

Y entonces, la represión dio comienzo…

Los militares ocuparon todas las estaciones de radio y televisión. A las tres y diez de la madrugada, Radio Nacional a través de su locutor Juan Antonio Mentesana emitía el primer comunicado de aquella Junta Militar en el que se declaraba el estado de sitio y se instauraba la ley marcial. Aquella misma noche daba comienzo el patrullaje militar por todas las ciudades argentinas.

Los conocidos como «escuadrones de la muerte» comenzaron a actuar, aquel mismo miércoles 24 de marzo por la noche, llevándose de sus domicilios a los considerados adversarios y enemigos del país. Estudiantes, periodistas, sacerdotes, políticos de izquierda, sindicalistas y artistas, eran detenidos en sus propias casas. Se calcula que durante el gobierno represivo de Jorge Raúl Videla fueron detenidas, encarceladas, torturadas, asesinadas y finalmente declaradas desaparecidas más de 30.000 personas.

Algunas mujeres, tras una incesante búsqueda de meses de sus hijos y seres queridos por comisarías, juzgados, hospitales y varios ministerios, sin noticia alguna sobre sus paraderos, decidían dar un paso más allá acudiendo al 415 de la calle Rivadavia con la intención de hablar personalmente con Victorio Manuel Bonamín, el obispo castrense, con la esperanza de ser escuchadas, teniendo allí mismo conocimiento de la existencia de otras madres, y de sus desgarradoras historias tan, desgraciadamente, coincidentes con las suyas propias.

Como la de María Adela Gard (buscando a su hijo Daniel), Azucena Villaflor (a su hijo Néstor de Vincenti y su novia Raquel Mangin), Esther Ballestrino (a su hija Ana María Careaga y su yerno Manuel Carlos Cuevas), Pepa Noia (a su hija Lourdes y su marido Enrique Mezzadra), Mirta Acuña de Baravalle (a su hija Ana María, que se encontraba en aquellos momentos embarazada, y que era detenida junto a su marido Julio César Galizzi), Kety Neuhaus (a su hija Beatriz Haydee, quien también estaba embarazada de cuatro meses, detenida junto a su marido Juan Francisco Martinis) y Taty Almeida (por su hijo Alejandro) y así, hasta un total de catorce madres que sin saber la unas de las otras, allí coincidían aquel día 30 de abril de 1977.

Una de aquellas madres, Azucena Villaflor, dirigiéndose a las demás en voz alta les decía; -“individualmente no vamos a conseguir nada. Vayamos a la plaza todas juntas. Pidamos ser recibidas por el mismo Videla. Cuando vea que somos muchas, tendrá que recibirnos”-

Y así, firmemente decididas acudían aquel sábado 30 de abril de 1977 a la plaza de Mayo, al obelisco, con una carta firmada por todas, exigiendo tener noticias sobre el paradero de sus hijos y familiares, mirando desafiantes en dirección hacia la Casa Rosada (el domicilio del presidente). Sin embargo, absolutamente nadie saldría a atenderlas ni por supuesto acabarían siendo recibidas.

Lejos de eso fueron obligadas a no permanecer quietas allí, de pie, teniendo que “circular”. El estado de sitio instaurado no les permitía permanecer en la vía pública en grupos de más de cuatro personas, por lo que formando filas de dos, sujetándose por los brazos comenzaron a dar vueltas al obelisco de aquella plaza, que pronto acabaría siendo conocida como la “de las Madres de Mayo”. 

Volverían a reunirse el siguiente sábado, pero finalmente decidían hacerlo todas las semanas los jueves a las tres y media de la tarde. Unas madres coraje, tildadas por algunos de “locas” por desafiar el régimen dictatorial de aquella manera, que para identificarse unas a otras se ponían un pañuelo en la cabeza que acabaría convirtiéndose en todo un símbolo de su protesta.

A finales de 1977, entre el 8 y el 10 de diciembre, Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce fueron igualmente secuestradas, torturadas y arrojadas vivas al mar en los llamados vuelos de la muerte. Pero a pesar de ello, todas ellas, lejos de amedrentarse decidieron continuar con su protesta.

Con la llegada de la democracia, en 1983, Raúl Alfonsín ordenaba el inicio de los juicios contra aquellos altos mandos militares, siendo Videla uno de los primeros en ser juzgado. Detenido en 1984, al año siguiente, acabaría siendo condenado a cadena perpetua. Cinco años más tarde sería indultado por el entonces presidente Carlos Menem, un perdón que sería declarado inconstitucional por la Corte Suprema en 2010, siendo ese mismo año, condenado de nuevo a cadena perpetua junto a veintinueve militares más.

El 1 de mayo del año pasado, las Madres de la plaza de Mayo fueron homenajeadas, al cumplirse cuarenta y cinco años de su primera marcha.

-“A pesar de los bastones y las sillas de ruedas las locas seguimos en pie. No fuimos heroínas ni nada de eso. Hicimos lo que cualquier madre haría por un hijo. Nos llamaron locas y sí, estábamos locas, pero de dolor, de rabia y de impotencia. Nos arrancaron lo más preciado que puede tener una madre”- (Taty Almeida)

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