BIDART: LA CAÍDA DE LA CÚPULA DE ETA

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29 de marzo…………………………………..y entonces sucedió que…………………

…….“-soy un laguntzaile (colaborador), pero no soy tonto, de “txotxolo”, no tengo nada de nada-”, es la frase que se repetía, una y otra vez, aquella fría mañana de principio del mes de enero, un más que indignado soraluzetarra, sintiéndose traicionado al acabar de descubrir como aquellos, a quienes hasta entonces consideraba unos verdaderos “gudaris abertzales” (soldados patriotas), que acogía desde hacía algo más de dos años, en su propia casa, en la localidad guipuzcoana de Soraluze (Placencia de las Armas), a 15 minutos en coche al este de Éibar, estaban manteniendo relaciones sexuales tanto con su mujer Isabel, como con su hija Edurne.

¿Soldados abertzales?, ¡y una mierda!. Para él, desde aquel mismo momento, no eran más que tres ingratos desagradecidos que iban a tener su justo y merecido escarmiento.

Así que rabioso, después de haberlo urdido durante todo el fin de semana, el lunes, día 9 de enero de 1989, tras las vacaciones de Navidad, se decidía de forma anónima, a ponerse en contacto, con el entonces comandante de la Guardia Civil de Gipuzkoa, Enrique Rodríguez Galindo quién, a su vez, lo hacía con el gobernador civil, José Ramón Goñi Tirapu, confesándoles su condición de “colaborador” con la banda terrorista y su deseo de venganza.

El comandante del cuartel de Intxaurrondo le pedía para creer su versión algún tipo de prueba, teniendo lugar un primer encuentro en una estación de servicio de la autopista Bilbao-Behobia (AP 8), dos días más tarde, en el que el dolido y despechado marido a cambio de inmunidad y 360.000 € (al cambio de hoy) identificaba a dos, de los muchos etarras que los agentes le mostraron, y daba el nombre del tercero de aquellos. De ser cierta aquella información facilitada, aquellos tres hombres pertenecían al “Comando Éibar”.

Desde aquellos momentos, fruto de aquel ataque de cuernos, Luis Casares Pardo, se convertía en colaborador de la Guardia Civil, sin despertar las más mínimas sospechas de aquellos que siguieron comportándose de la misma forma, hasta que decidieron cambiar de vivienda y acabar en la localidad de Ondárroa, a 26 Km al norte de allí, en casa de los Zubicaray.

El Grupo 5 de la Guardia Civil disponía, desde entonces, de un operativo de vigilancia que daba sus frutos tres meses más tarde, cuando el 16 de abril, agentes de la Unidad Especial de Intervención (UEI) entraban, a eso de las cinco y media de la mañana, en la vivienda de los colaboradores Kándido Zubicaray e Iñake Goñi, en el número 7 de la calle Ibaiondo, en Ondarroa, en donde detenían a Juan Carlos Balerdi (Juankar), Fermín Urdiain (Eneko) y Jesús María Ciganda  (Cigala), integrantes del comando Éibar, dejando hábilmente que Luis Casares ese mismo día huyera a Francia, haciendo creer a todos que se había librado por poco.

Siguió Luis, el marido despechado, colaborando con la banda terrorista, al tiempo que hacía las veces de “topo del Estado” poniendo en riesgo su vida. Año y medio más tarde, en el mes de septiembre, de 1991, le hacían entrega de una bolsa de mano, en su casa, que recogía su mujer, Isabel Alarcia, que había sido remitida por el propio “Juankar” que se encontraba cumpliendo su condena en la cárcel de Ocaña, con instrucciones de hacérsela llegar, lo antes posible, a Jesús Mari Zabala, “Esmeril”, en un encuentro que tendría lugar en territorio francés, concretamente en Lourdes.

Bolsa que era inspeccionada previamente por especialistas de la Guardia Civil que procedía a revisar en profundidad su contenido, encontrando en una de sus asas, muy bien escondidas, tres finas hojas enrolladas en las que se detallaba un «plan de fuga» desde la prisión de Ocaña, haciendo uso para ello de un helicóptero, dándose instrucciones para que aquella fuera puesta en conocimiento de la dirección y poder realizar los preparativos necesarios, solicitando una reunión para el 28 de diciembre, en la explanada de la iglesia de Guethary, en la costa de Iparralde, entre Bidart y San Juan de Luz, en territorio francés con una serie de contraseñas para poder reconocerse.

Era activada entonces, por el día elegido para aquel encuentro, 28 de diciembre, la denominada “Operación Broma” en la que, para no levantar sospechas, llegarían a participar María del Carmen y Margarita, esposas del sargento José María y del cabo Bernabé (del grupo rojo 10 del cuartel de Intxaurrondo), haciéndose pasar, el mismo día de la reunión, por dos parejas de turistas.

Nadie podría siquiera imaginar, por aquel entonces, las consecuencias que tendría aquella bolsa de mano al hacerse el seguimiento al tal Esmeril y la posterior reunión de Guethary, a la que aparecía el mismísimo José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, el ideólogo político de ETA.

El 29 de marzo, de un día como hoy, de hace treinta y dos años, tras tres meses de intensa  vigilancia, más de un centenar de agentes, entre la gendarmería francesa y miembros del Servicio de Información de la Guardia Civil (SIGC), rodeaban desde bien entrada la madrugada, el caserío Xilocan en la localidad gala de Bidart, cercana a Biarritz, a 23 Km de la frontera entre España y Francia, en donde sabían que se encontraba en su interior Txelis, junto, al menos, dos personas más, que habían venido desde lugares desconocidos con vehículos y conductores no registrados hasta entonces, guiados por el Peugeot 309 conducido por Philippe Lassalle, chófer privado y agente de seguridad de Txelis.

A las seis y media de la tarde asaltaban la vivienda, descubriendo que aquellos tres hombres eran en realidad la cúpula de la banda terrorista. Junto al ya aludido Txelis, detenían al jefe de logística José Arregui Fiti” y al que era considerado el jefe militar, Francisco Múgika Pakito”, había caído “Artapalo”, nombre en clave dado a la cúpula de ETA.

Entre la documentación incautada aparecían planes precisos que ETA tenía para atentar y bañar en sangre todos los acontecimientos previstos para aquel año de 1992 que organizaba España y que la revista “Newsweek” en una de sus portadas lo había denominado como “el año de España” (la II Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, de diecinueve países, prevista para los días 23 y 24 de julio, así como los Juegos Olímpicos de Barcelona del 25 de julio al 9 de agosto, la Exposición Universal de Sevilla del 20 abril al 12 octubre y la designación de Madrid, para ese mismo año, como la capital Europea de la Cultura).

El 24 de marzo de 1996 fallecía en el exilio, en Baiona, Luis Casares Pardo, de quien ETA y su entorno jamás sospecharon de su doble vida, siendo enterrado además con honores de “gudari”. En su funeral de las docenas de coronas de flores había una en concreto que rezaba lo siguiente,

—“Descansa en paz, Luis. Tus amigos te recordarán siempre” —(Se la habían enviado sus amigos guardias civiles).

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